El gran ausente- Por tratarse de un Presidente de la República en un mundo globalizado e interconectado, es de presumir que al presidente Fernández se le mantiene informado de cuanto acontece a sus gobernados durante sus largas ausencias del país, y que a estas alturas ya está enterado del deterioro de la paz social a causa del colapso del servicio de energía eléctrica, detonante de las protestas violentas que se producen en distintos puntos del país y que ya cobraron la vida de dos personas.
Pero sea porque se dé por un hecho que al Presidente no le cuentan la verdad completa de lo que pasa o porque, sencillamente, este considera que los objetivos de su viaje son tan importantes que justifican su ausencia en momentos en que sus gobernados quisieran verlo dando la cara y tomando las decisiones pertinentes (no he querido citar la hipótesis de que el mandatario utiliza esos viajes como terapia para sacudirse el estrés de gobernar un país tan complicado, pues esa es materia de especialistas de la conducta humana), lo cierto es que existe el convencimiento general de que seguirá tan campante su periplo hasta agotar la agenda previamente establecida. Razones tendrá el Presidente –de Estado o personales– para asumir ese comportamiento, además de que por aquí no tenemos ni ganas ni espacio de tocar esa tecla. Si acaso, dejar constancia de que las recurrentes ausencias del Presidente en momentos de tensiones y dificultades, que muchos hemos dejado de considerar coincidencias, está llevando a sus gobernados, a pesar de que no conceptualizan mucho, a sacar conclusiones, y no precisamente favorables a la imagen de buen gobernante que el doctor Leonel Fernández quisiera dejar como impronta de su paso por el poder.