Indefensión absoluta.- Educación calla ante colegios, decía el titular periodístico, mientras en mi mente surgía, espontánea, la pregunta. ¿Para q ué pedirle peras al olmo? Un reportaje publicado hace unos días por este periódico, calzado con la firma de la reportera Carmen Matos, coloca en una perspectiva histórica la tendencia del ministerio de Educación de dejar a su libre albedrío a los colegios privados y las tarifas que cobran a sus alumnos, a pesar de que la ley 86-00 lo faculta para fijar y regular esas tarifas: en los últimos diez años, señala el reportaje, solo en dos oportunidades ese ministerio ha intervenido en el tema de las tarifas y sus alzas continuas e injustificables. La primera vez en el año 2008, cuando Alejandrina Germán les autorizó un aumento de la inscripción y la mensualidad de hasta un 12%, y la segunda ocasión se produjo esta misma semana, cuando la ministra Josefina Pimentel prohibió mediante resolución que las incrementen más allá de un 10%, atendiendo a la inflación acumulada este año. Todo esto a propósito de las críticas y reproches, merecidos y pertinentes, que ha recibido el ministerio de Educación y su titular por su pasividad frente a la desafiante actitud de la Federación Nacional de Centros Educativos Privados (Fenacerd) de aumentar sus tarifas hasta en un 30%, anunciando también, como si no fuera suficiente la provocación, que cobrarán por adelantado la matrícula de todo el año y que reportarán a los padres morosos a los burós de crédito. Y si a todo eso usted le agrega el hecho de que la ministra de Educación nos tiene acostumbrados a no decir esta boca es mía, parapetada tras un silencio difícil de justificar en alguien que dirige un ministerio de tanta gravitación sobre la vida nacional, tiene que concluir que la indefensión de los padres de familia que se han visto forzados, conocidas las deficiencias de la enseñanza que se ofrece en nuestras escuelas públicas, a enviar a sus hijos a colegios privados, es total y absoluta.