QUÉ SE DICE

QUÉ SE DICE

Daños colaterales. Se llamaba Nairobi Michel y apenas tenía once años cuando una bala alevosa le partió el corazón, y todo por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado: quedó atrapada en medio de un tiroteo que se produjo frente a un negocio de bebidas por el que la niña tuvo que pasar para regresar a su casa.

No sé si la Procuraduría General de la República, que acopia las estadísticas sobre las  muertes violentas que se producen en el país, tiene un registro  de esos daños colaterales, como  llaman en la guerra a las muertes de civiles inocentes, pero en este país las víctimas de enfrentamientos  entre bandas de narcotraficantes, o entre policías y presuntos delincuentes, o a causa de la omnipresente  violencia que nos acecha a toda hora del día  y en cualquier lugar, son sencillamente demasiadas. ¿Cómo llegamos a este punto? La respuesta a esa pregunta es tan amplia como compleja, y no nos alcanzaría el espacio.

Pero eso no quita que  citemos al menos  la más importante, pues es la raíz de todo lo que hoy estamos padeciendo: la ausencia total del Estado dominicano y sus instituciones en el diseño e implementación de políticas públicas destinadas a garantizar la seguridad de los ciudadanos.   

 Titulares. “Fin de semana sangriento dejó 13 muertos”/ “Balacera aterroriza a Villas Agrícolas” / “Atracos express azotan a conductores en semáforos” / “Violan y asaltan a una anciana” / “Turba mata a puñaladas a un  hombre al que confundieron con un ladrón”/ “Muere niña baleada en Herrera”/ “Vigilante mata de cartuchazo a un supuesto ladrón”/ “Humorista Margaro fue herido de cinco puñaladas durante un asalto” / “Tirotean comerciante desde una yipeta”… ¿Y el Plan de Seguridad Ciudadana anunciado por el Gobierno? Fue lo único que atinó a preguntar cuando, invadido por el desasosiego, terminó de leer, como todas las mañanas, los periódicos. Pero solo le respondió el silencio.

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