Qué se dice

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Ese pedazo de papel
Excusas habrá, no hay por qué dudarlo, para justificar la ausencia de funcionarios y legisladores en las celebraciones del 161 aniversario de la Constitución el pasado domingo en San Cristóbal, entre ellas los afanes proselitistas en los que están embarcados, en su gran mayoría, senadores y diputados. Pero sean cuales sean esas excusas o explicaciones lo cierto es que se notó muchísimo esa tan pobre asistencia, reveladora del poco respeto que inspira ese simple «pedazo de papel», como la llamara el doctor Joaquín Balaguer (que en paz descanse) en un célebre discurso, y efectivamente como un simple pedazo de papel la han tratado desde siempre nuestros políticos. El domingo en San Cristóbal, sin embargo, descubrimos que ya ni siquiera se toman la molestia de disimularlo.

Como en el Oeste

Ocurrió aquí mismo, en San Francisco de Macorís, en los albores del siglo XXI y no en el lejano, salvaje y violento oeste norteamericano de la segunda mitad del siglo XIX, que tan bien conocemos gracias, fundamentalmente, al cine de Hollywood. Desgraciadamente la muerte del joven Joan Paulino Contreras, de 22 años, luego de atropellar accidentalmente a un caballo en el barrio Vista del Valle, indica todo lo contrario. Según una crónica publicada ayer por El Nacional el muchacho se desmontó del vehículo que conducía, acompañado por otro joven, para saber en qué condiciones había quedado el animal que atropelló, cuando uno de seis hombres que paseaban a caballo lo tomó por el cuello y le disparó a la cabeza, mientras otro lo golpeaba con un objeto contundente. La Policía Nacional, que de inmediato inició las pesquisas del caso, informó del apresamiento de los agresivos jinetes, a los que dice haber ocupado tres pistolas, dos revólveres y una escopeta. Es evidente que necesita un mayor y más amplio impulso la política de regulación del porte de armas de fuego que ejecuta -con serias limitaciones- la Secretaría de Interior y Policía, pero debe hacerse antes de que, al igual que en el lejano, salvaje y violento oeste norteamericano haya que decirle a la gente que se defienda como pueda.

¿Moderniqué?

Los incidentes de Moca, en los que resultaron heridos de bala dos militantes del Partido Revolucionario Dominicano durante el asalto a mano armada a un centro de votación, nos recuerdan que la Policía Nacional todavía no ha dicho esta boca es mía en torno a la muerte de otro militante perredeísta, hace ya un par de semanas, en medio de una actividad partidaria en Los Alcarrizos, que testigos atribuyen a espalderos de un diputado del partido del jacho prendío. La institución del orden está en la obligación, no habría ni que recordárselo, de esclarecer ese hecho, sin importar las circunstancias en que se produjo esa muerte ni quiénes estén involucrados. El cínico argumento de que los muertos en campaña política no merecen justicia ni los responsables de esas muertes castigo, tal y como ha venido sucediendo, sigue siendo absolutamente inaceptable, pues nos sitúa más cerca de la prehistoria política que de la modernidad tantas veces invocada en vano, pues se trata de una palabra que todavía –los hechos están ahí, testarudos, para corroborarlo– nos queda demasiado grande.

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