QUÉ SE DICE

QUÉ SE DICE

Cazafantasmas. Lo peor que puede hacer el gobierno en estos momentos, cuando resulta tan ostensible su incapacidad para  contener los desmanes de la delincuencia que nos tiene al coger el monte, es empezar a cazar fantasmas, a dar palos a ciegas detrás de inexistentes conspiradores. Atribuir los recientes asaltos a personalidades públicas a un plan para entorpecer el proyecto de Reforma Policial y la aplicación (?¿) del Plan Nacional de Seguridad Ciudadana, como acaba de hacer el ministro de Interior y Policía José Ramón Fadul, es una necedad del tamaño de la catedral Primada de América,  y una muestra también de la impotencia de las autoridades para enfrentar un problema que las desborda como lo es la delincuencia y la violencia que la acompaña. Y esa es, no otra cosa, la razón por la cual son también sus víctimas personalidades públicas y sus familiares más cercanos, y si la cosa sigue como va lo seguirán siendo, por lo menos si se quedan viviendo  en este  país. Así que el Ministro de Interior y Policía pierde su tiempo, y el dinero de los contribuyentes, movilizando a la Policía y otras instituciones que tienen que ver con la  seguridad del Estado para investigar su “sospecha” de que los asaltos a la presentadora de televisión Socorro Castellanos, al comediante Margaro, o a la esposa de Cuquín Victoria son parte de una conspiración para desacreditar  un plan de seguridad ciudadana que no acaba de arrancar, pues simplemente son la consecuencia de una plaga que en su virulencia no discrimina a nadie, pues no distingue entre blancos y negros, hombres y mujeres, pobres y ricos,  o entre famosas figuras de la televisión, el arte y el espectáculo  y los anónimos ciudadanos que precisamente por eso solo salen en los periódicos cuando los golpea la desgracia.

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