CLAUDIO ACOSTA
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Sal en la herida. Las declaraciones del Vicepresidente Ejecutivo de la CDEEE, Radhamés Segura, descalificando el informe elaborado por la Comisión Santiago sobre el desagüe de Tavera han caído –como era previsible– como una bomba en La Hidalga de los 30 Caballeros, donde todavía hay centenares de familias damnificadas que no han logrado reponerse de los daños provocados por la brutal embestida de las aguas, reavivando el resentimiento de una comunidad orgullosa y emprendedora contra un gobierno al que responsabiliza, por su inadecuado manejo de las aguas represadas, de una desgracia que tardará mucho tiempo en olvidar, y que ahora, de ñapa, les quiere negar el derecho a encontrar por sus propios medios la verdad de lo ocurrido y proclamarlo a los cuatro vientos.
¿Quién le ha dicho a Radhamés Segura que el Secretario de las Fuerzas Armadas, que no sabe nada de presas, puede ser más imparcial y objetivo que cualquiera de los reconocidos profesionales que integraron esa comisión, aún fuese cierta y comprobada su militancia o simpatías con el Partido Revolucionario Dominicano? ¿De dónde se saca el Vicepresidente Ejecutivo de la CDEEE que el director del INDRHI, que tampoco sabe un carajo de presas, que ni siquiera es peledeísta y que está en ese cargo por obra y milagro de la degradada práctica política dominicana, tiene más credibilidad en este país que cualquiera de los miembros de esa comisión? Hace tiempo que los peledeístas le demostraron al país, gracias a su paso por el poder, que no es verdad que son más serios que el resto de sus mortales conciudadanos, que la leyenda de su incorruptibilidad fue sepultada junto al cadáver y la memoria de Juan Bosch, y que de esa leyenda solo queda el hablar bonito y la vocación trepadora que tanto le criticó el profesor Bosch a nuestra pequeña burguesía. En lugar de echarle sal a la herida, precisamente lo que acaba de hacer Radhamés Segura con sus infelices declaraciones, los santiagueros esperan del gobierno un mayor empeño en resarcir los daños provocados por la riada, pero es evidente que eso es pedir demasiado.