La ocupación haitiana.- La Dirección General de Migración emplazó ayer a varias empresas de seguridad privadas a que regularicen la situación de cientos de ciudadanos haitianos a los que han contratado para ofrecer servicios en empresas y residencias a pesar de que carecen de documentación, es decir sin que se sepa en realidad quiénes son, de dónde proceden, si tienen antecedentes penales o padecen de trastornos sicológicos o mentales.
Independientemente de lo que finalmente ocurra con ese emplazamiento, que sospechamos no pasará de ahí al igual que los tantos –sin ningún resultado visible– que han hecho las autoridades del ministerio de Trabajo para que la contratación de mano de obra extranjera se limite a lo que establecen las leyes dominicanas, lo cierto es que constituye otro llamado de atención, no ya a las autoridades de Migración o de Trabajo en particular sino a la sociedad dominicana en sentido general, sobre el peligro que representa la pacífica pero sistemática ocupación del territorio dominicano por parte de nuestros vecinos haitianos.
Estamos hablando de un asunto que no obstante su relevancia no aparece en la agenda de nuestros políticos en campaña, tal vez porque su afinado sentido de la oportunidad no advierte que esa sea una gran preocupación para su cautivo auditorio, pero mas temprano que tarde esa indiferencia va a terminar pesándonos tanto a ellos como a nosotros. Regreso a este tema cada vez que se me presenta la oportunidad y animado por un sentido de compromiso con el país que todavía somos y que quisiéramos seguir siendo, pero consciente también de nuestras grandes debilidades y limitaciones para enfrentar la amenaza que nos acosa dentro de nuestra propia casa, empezando por la mas preocupante de todas: la falta de voluntad política de nuestras autoridades, desde el Presidente de la República hasta el raso de puesto en la frontera.