De proezas gerenciales. El doctor Euclides Gutiérrez Félix, Superintendente de Seguros con rango de señor feudal, quiere que el país reconozca y aplauda como un logro de su gestión, del buen manejo que hace de los fondos públicos que recibe, la construcción de un moderno y computarizado parqueo para empleados y visitantes en el que invirtió la friolera de RD$48,884,000, por lo que cada unidad –98 en total– costó la bicoca de RD$498,848.00. Si el doctor Gutiérrez Félix se cree merecedor del reconocimiento público por ese logro gerencial, ¿qué hacemos entonces con el ingeniero Félix Bautista, quien en su condición de director de la Oficina Supervisora de Obras del Estado construyó un edificio de parqueos en la UASD en el que cada unidad le costó al Estado dominicano alrededor de 800 mil pesos? ¿Le hacemos una estatua?
Final feliz. La alarma, al parecer, fue tan innecesaria como injustificada. También el despliegue mediático que nos llevó a pensar que un pundonoroso general de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas podía ser capaz de gestionar, a cambio de una comisión de 200 mil euros, un pasaporte diplomático dominicano a un empresario franco-libanés preso en Francia acusado de tráfico de armas y corrupción, documento que utilizaría para escapar de la persecución de las autoridades. El ministro de las Fuerzas Armadas, Almirante Sigfrido Pared Pérez, resolvió el caso, y sin tener que moverse de esta media isla; lo que ocurrió –explicó– fue un intento de tumbe al empresario Ziad Takieddine, y como solo se trató de un intento, de un delito que nunca llegó a materializarse, el pasaporte diplomático que provocó el escándalo nunca existió ni tampoco el general que se lo habría diligenciado. Y colorín colorado, queda usted en libertad, amigo lector, de creer o no creer el cuento que el Ministro de las Fuerzas Armadas nos ha contado…