Qué se dice

Qué se dice

De plácemes
Se puede apostar peso a morisqueta, como dice el vecino de al lado, a que los contactos que realiza con personalidades y sectores de la vida nacional el mayor general Pedro de Jesús Candelier, actualmente en la ciudad de Nueva York en esas mismas diligencias, concluirán, inevitablemente, con la «aceptación» de la candidatura presidencial para el 2008, mucho más si el propio Candelier y sus asesores están convencidos, o así se lo han hecho creer las «mediciones» de que disponen, de que la candidatura del ex jefe policial ha prendido positivamente en la sociedad dominicana.

¿Puede atribuirse esa supuesta buena acogida a la necesidad que tiene el país de una «mano firme con guantes de seda», como recién proclamó el presidente de la Conferencia del Episcopado, monseñor Ramón de la Rosa? Eso, solo el tiempo podrá decirlo con certeza. Mientras tanto los asesores de Candelier, que justificadamente o no se han dado por aludidos, están de plácemes, pues las declaraciones del presidente del Episcopado no solo constituyen una excelente señal de que su propuesta política va por el camino correcto sino que han llegado en el momento más oportuno. A quien Dios se lo dio…

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Los duros

Todo indica que en el gobierno peledeísta, el mismo al que sirve de vocero el siempre amable y correcto Roberto Rodríguez Marchena, hay gente de línea dura, partidaria de responder las críticas provenientes del sector más beligerante de la Iglesia Católica de la manera más drástica posible, verbigracia Euclides Gutiérrez Félix, quien no ha tenido empacho en sugerir la deportación de los sacerdotes Pedro Riquoy y Cristopher Hartley por su vehemente defensa de los haitianos, ejemplo que ahora secunda el director de INAZUCAR, Faustino Jiménez, con su extravagante insinuación de que ambos sacerdotes podrían estar detrás de la quema de miles de tareas sembradas de caña de azúcar que han provocado pérdidas superiores a los 300 millones de pesos.

Y aunque no pueda atribuirse el mismo belicoso tono a la reacción de Reynaldo Pared Pérez, vocero del PLD, a las críticas formuladas al gobierno por el obispo de La Vega el día de Las Mercedes, que calificó como una demostración de «ignorancia, desconocimiento e inconsecuencia», tampoco son una muestra de ecuanimidad y buen tacto. Esos pleitos con la Iglesia, además de que traen muy malos recuerdos, son siempre un pésimo negocio, políticamente hablando, en este país. ¿O lo habrán olvidado ya?

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Balas perdidas

Aunque es un hombre que ha viajado mucho, no hay dudas de que el jefe de la Policía Nacional exagera al decir que las balas perdidas son un problema que afecta a todas las sociedades del mundo, cuando en realidad debió decir -consuelos aparte- que República Dominicana no es el único país de este globalizado mundo que se ve ante un problema que, por tratarse de un asunto de conciencia y responsabilidad personal, resulta difícil de combatir de manera eficaz, mucho mas si, como en nuestro caso, a una población inconsciente y desaprensiva, pobremente educada pero rica en testosterona y machismo recalcitrante, se le entregan, sin mayores controles ni requisitos, miles de armas de fuego.

Las estadísticas registradas en los últimos seis meses dan cuenta de por lo menos 13 personas (mal contadas) heridas por balas perdidas, en su mayoría menores de edad, lo que refleja con suficiente elocuencia las dimensiones de un problema que, con perdón del jefe de la Policía, solo puede ser peor en Bagdad, Afganistán, la Franja de Gaza o cualquier otra zona «caliente» de este sobrecalentado planeta.

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