Qué se dice

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Caos a la criolla
Tal y como muchos sospechaban AMET se vio ayer forzada a posponer, por segunda ocasión, la entrada en vigencia del sistema interdiario de circulación de los carros del concho, como parte del programa de ahorro de combustibles que ejecuta el gobierno. En esta oportunidad ha sido, según explicó la dirección de relaciones públicas de la institución, a causa de los enormes contratiempos que sufrieron miles de ciudadanos para trasladarse a sus centros de trabajo o a cumplir con otras responsabilidades, pues la gran cantidad de vehículos todavía sin rotular redujo sensiblemente la oferta de asientos.

Desde tempranas horas de la mañana, sin embargo, los agentes de AMET iniciaron lo que desde el principio prometía ser una larga jornada; detenían y apresaban a los choferes de los vehículos pintados de amarillo que circulaban a pesar de no tocarle ese día, a los que sorprendían en una ruta que no les correspondía, al igual que a los «piratas» que, como siempre, circulan cuando les da la real gana.

En resumen, un gigantesco caos que muy pronto desbordó la capacidad de AMET, como hubiera desbordado también al Ejército Nacional si lo ponemos a bregar con un problema que, como el del tránsito, ha crecido en proporciones tales que resulta virtualmente imposible abordarlo sin recurrir a medidas radicales, precisamente las que ningún gobierno, hasta ahora, parece dispuesto a tomar. ¿Para qué querrá Diandino meterse en ese lío?

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Así somos

Muchos son los que se quejan de que el dominicano ya no es el mismo de antes -desprendido, solidario, dispuesto siempre a ayudar a los demás-, que los grandes cambios experimentados durante los últimos años por la sociedad dominicana, para nada ajena a los vientos de modernidad y globalización que soplan con fuerza en todo el mundo, han de alguna manera endurecido el alma nacional, algo que vemos prácticamente todos los días en los medios de comunicación; desde el paciente que se queja del desconsiderado trato que recibe del médico que le atiende en un hospital público, hasta el poco respeto que se muestra hacia los ancianos y envejecientes, al extremo de que no es extraño que las crónicas rojas de los diarios incluyan con frecuencia, en su macabro inventario de atrocidades, los maltratos y hasta violaciones sexuales de que son víctimas.

Por eso es posible leer, como una muestra mas de esa pérdida de sensibilidad frente al infortunio ajeno, que los miembros de una estación de bomberos se negaron a acudir a sofocar un incendio a tan solo unas cuadras, que finalmente destruyó ocho humildes viviendas y dejó en la calle, con las manos absolutamente vacías, a varias familias. El general Fausto Miguel Collado, jefe del cuerpo de bomberos de Santo Domingo Este, informó que sancionó a los integrantes de esa estación que se negaron a cumplir con su sagrada responsabilidad, algo que dijo lamentar profundamente, pero aclaró que es la primera vez que algo así ocurre. Oremos para que también sea la última.

 

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Satisfacciones

El gobierno parece sentirse satisfecho de los «resultados» del seminario «La Economía Dominicana: desafíos y oportunidades», como lo demuestra el hecho de que el mismo día de su clausura se anunciara que en lo adelante la experiencia se repetirá todos los años a fin de pasar balance a las múltiples sugerencias que surjan de su seno, para lo que se crearán «comisiones técnicas de seguimiento» con la encomienda de reunirse todos los meses y elaborar un informe final que recoja los logros alcanzados.

Son de las cosas que le gustan al presidente Fernández, a quien se vio feliz, completamente a sus anchas en medio de aquel ambiente, que sin dudas constituye un escenario idóneo para el desarrollo de nuestra cultura política, empezando porque hace posible uno de los ejercicios más enriquecedores que pone a nuestra disposición la democracia: el diálogo abierto y la confrontación de las ideas. Que el producto de esas exposiciones y debates se convierta en un instrumento de utilidad, así sea como diagnóstico, para arreglar tantas cosas que andan mal en este desarreglado país es otra cosa, sobre todo teniendo en cuenta la experiencia vivida con el copioso documento surgido del célebre Diálogo Nacional propiciado por el doctor Leonel Fernández en su anterior administración, que los estudiosos de la realidad dominicana tienen en alto aprecio pero que los políticos que nos han gobernado desde entonces, incluido sus patrocinadores, han ignorado olímpicamente.

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