Lo que faltaba.- Sabíamos de su participación, desde que la frontera es frontera, en el infame tráfico humano que ha engordado tantos bolsillos, así como en el contrabando de todo tipo de mercancías que pasan de un lado a otro, incluídas armas y drogas. Y aunque no le guste leerlo, escucharlo o recordarlo a los actuales jefes de nuestras Fuerzas Armadas, lo cierto es que la responsabilidad de ser guardianes de nuestra soberanía territorial expone a sus miembros a una y mil tentaciones a las que no siempre pueden eludir, por lo que han terminado considerándose nomales, como la cosa más natural del mundo, las denuncias que de vez en cuando se producen sobre su involucramiento, por acción u omisión, en esas ilícitas actividades.
Pero de ahí a que los guardianes de nuestra frontera se presten a ofrecer protección a reconocidos delincuentes haitianos que operan en territorio dominicano, como denunció, delante de las mismas narices de las autoridades dominicanas, el jefe de la policía haitiana de Juana Méndez, hay un trecho demasiado grande. En República Dominicana tenemos, ni falta que hace decirlo, un serio problema de seguridad ciudadana, problema que adquiere tintes dramáticos con los niveles de complicidad que con frecuencia se dan entre delincuentes, narcotraficantes y las autoridades responsables de su persecución, y para muestra basta recordar tan solo la ya célebre Matanza de Paya y el espectacular asalto a la empresa Parmalat Dominicana. Que a todo eso haya que sumar ahora los desmanes de los delincuentes haitianos que operan en la zona fronteriza bajo la protección, según la denuncia del comandante policial haitiano, de algunos malos soldados dominicanos, es sencillamente demasiado.