Atropello.- Es mucha la gente convencida, incluido quien les escribe, de que el Colegio Médico Dominicano, con el doctor Waldo Ariel Suero a la cabeza, no ha conducido su lucha por un salario más digno para sus miembros, una demanda reivindicativa cuya justeza nadie se atrevería a discutir, de la mejor manera posible, pues hace tiempo que las huelgas y paros hospitalarios dejaron de tener utilidad práctica como método de presión a los gobiernos, sobre todo cuando estos han cerrado sus oídos a cal y canto a sus justos —hay que insistir en ello– reclamos, y ni hablar de su más reciente invento como lo es tomar por asalto, de manera sorpresiva, instituciones del Estado.
Eso en modo alguno justifica el atropello del que fueron víctimas, con absoluta acechanza, premeditación y alevosía, el presidente del gremio médico y otros dirigentes del sector salud, incluidas varias mujeres, cuando tropas policiales aprovecharon las horas de la madrugada, cuando creían estar a salvo de las indiscretas miradas de la opinión pública, para desalojarlos brutalmente de la sede de la secretaría de Estado de Trabajo donde se encadenaron para forzar la mediación del doctor Max Puig en su infructuoso tirijala con las autoridades de Salud Pública. Claro está, siempre puede aparecer alguien con ánimo y argumentos intentando justificar el grosero atropello, sobre todo en un gobierno con defensores tan bien pagados, pero a mí particularmente me gustaría ver todo ese despliegue de brutalidad policial mucho mejor empleado, como por ejemplo con los vándalos y pistoleros disfrazados de dirigentes choferiles que cada vez que les da la gana se apropian de las calles, vejan y maltratan a los ciudadanos y alteran, con total impunidad, el orden público al que todos tenemos derecho.