Qué se dice

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Otra «campaña»
Nadie en su sano juicio quisiera llevarle la contraria a un guardia, mucho menos si es jefe del Estado Mayor del Ejército Nacional, pero si el mayor general José Ricardo Estrella Hernández no es más específico en su denuncia de que «sectores oscuros», vinculados al narcotráfico, intentan desacreditar a ese cuerpo armado para debilitar su capacidad de lucha contra el flagelo, podría correr el riesgo de que se interprete como una coartada destinada a justificar las debilidades en las que han caído miembros de esa institución al involucrarse en actividades del narcotráfico, pues como humanos que son están expuestos, al igual que el resto de los integrantes de una sociedad cada día más materialista, a las tentaciones y riquezas que promete.

¿Tiene la culpa el Ejército Nacional, como institución, de esa situación? Por supuesto que no. Lo importante, lo que realmente interesa, es que quienes dirigen nuestras Fuerzas Armadas se mantengan, como hasta ahora, alertas y vigilantes ante las insidiosas infiltraciones del narcotráfico, por lo que no hace falta invocar fantasmas en los que resulta tan difícil creer.

La suerte de Roberto

Palo si boga y palo si no boga. Eso debe estar pensando el síndico del Distrito Nacional, Roberto Salcedo, tras las críticas a la profusa ornamentación navideña que engalana las principales avenidas de la Capital, que si bien se entiende oportuna y refrescante, además de contribuír al embellecimiento del entorno citadino, contrasta notoriamente con el deterioro de las calles, llenas de hoyos, cráteres y zanjas de distinto tamaño y calibre. Salcedo tiene que entender, sin embargo, que la ciudadanía sigue considerando al ayuntamiento como responsable de mantener en buen estado las calles, como siempre fue, y que si bien razones económicas (para no entrar en mayores detalles) han forzado al cabildo a desertar de esa responsabilidad primaria no pasa lo mismo con los efectos políticos, definitivamente negativos, de su incumplimiento, frente a una población que ya aprendió a premiar o a castigar a sus «servidores» con sus votos. Precisamente por eso el gobierno ha privilegiado al Distrito Nacional dentro del programa de pavimentación que ejecuta, a un costo de 500 millones de pesos, la secretaría de Obras Públicas, un «pie de amigo» que, en las presentes circunstancias, se agradece en el alma.

Piel sensible

De un tiempo para acá, para ser más precisos desde que es funcionario público, Rafael Núñez, un periodista rejugado con muchas horas de vuelo en el oficio, se ha vuelto demasiado sensible a las críticas contra el gobierno que de manera directa o indirecta se producen en los medios de comunicación, absolutamente normales en cualquier democracia que funcione mínimamente. Así ocurrió el pasado fin de semana durante el recorrido del presidente Leonel Fernández por el Sur, cuando el director de Prensa del Palacio Nacional despistó de manera deliberada al reportero de este diario Elvis Lima, para impedirle que «cubriera» la visita a Pedernales que haría el mandatario dentro de su recorrido. El funcionario, al parecer, se molestó porque el periodista incluyó en su crónica el detalle de que el mandatario y su comitiva andaban en una caravana aérea de siete helicópteros, pero sobre todo por dar a conocer la decisión de la sala capitular de Comendador, en Elías Piña, de rechazar una resolución declarando al mandatario Hijo Distinguido de esa comunidad. Es probable que el amigo Núñez tenga razones de sobra para pensar que esas cosas no deben ser publicadas, lo que habrá que respetar porque ese es su derecho, pero por aquí, para suerte de nuestros lectores, opinamos todo lo contrario. Es cuanto.

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