Qué se dice

Qué se dice

No basta con crecer
Aun cuando las cifras que el Banco Central emite puedan ser aceptadas como indicación bastante válida de que la economía dominicana creció 7.3% en los últimos nueve meses, es evidente que la gente sigue teniendo muy buenos motivos para permanecer en el pesimismo. De acuerdo con la encuesta Gallup-HOY que se da a conocer en esta semana, el 65% de la población estima que “el país va por mal camino”.

No obstante el Presidente Leonel Fernández considera contradictorio que el índice de desconfianza sea tan alto y opta por suponer que esa percepción es secuela del pasado reciente cuando, de acuerdo a cifras del Programa de las Naciones para el Desarrollo (PNUD), el número de pobres en República Dominicana aumentó en 1.2 millones de personas. Pero no se puede negar que el problema de la inequidad del crecimiento de la economía se extiende más allá en el tiempo, puesto que, de acuerdo al propio PNUD, todo el mentado auge económico anterior a Hipólito estuvo acompañado de un ahondamiento de la brecha entre ricos y pobres, y  desde antes del cuatrienio anterior este país ha sido mostrado como un preocupante  testimonio de que la multiplicación de las riquezas no ha estado acompañada de la redistribución que permita hablar de justicia social. El propio primer mandatario habló hace años de que este país posee  urbanísticamente, rasgos de Miami, pero también (y muchos por cierto) rasgos de Haití. Es inevitable que el observador se sienta bien o mal según el lado de esa realidad mixta que prefiera mirar.

Aliados y reburujados

En realidad, los partidos políticos dominicanos se aliaron hace tiempo, o lo que sería más preciso decir: se han ido igualando arrolladoramente. Al negociar pactos electorales  en gestiones simultáneas de “yo contigo o tú con él”, de hecho lo que se percibe es una tríada. Conceptualmente no se sabría dónde comienza ni donde termina esa generalidad que con sus respectivos mini aliados integran el PRSC, el PLD y el PRD. Ellos negocian como si el país no fuera un territorio lleno de gente con problemas sino un conjunto de buenos puestos congresionales y municipales. La sociedad es espectadora de un deplorable proceso de ententes que tienden a borrar por completo las identidades partidarias. No hay un partido de esos que hoy por hoy  pueda merecer que se le diferencie de los otros en función de algún rastro ideológico o metodología política y ninguno garantiza que aplicará criterios diferentes  a los que predominan en el manejo de la cosa pública. Estos políticos ruidosos recuerdan al viejo semanario humorístico  que llevaba el nombre de Cachafú que se confesaba manco por no inclinarse ideológicamente ni hacia la izquierda ni hacia la derecha. A grandes rasgos – y quizás con una que otra honrosa excepción – lo que se percibe  en el panorama partidario es una masa informe con más vocación de trepar que de servir.

Hecho alarmante

El asalto en Santiago a una hija y dos nietos de un juez de la Suprema Corte de Justicia – los que fueron  despojados de pertenencias y estuvieron brevemente a merced de pistoleros – resulta un hecho muy perturbador, pues ocurrió después que el propio magistrado, Víctor José Castellanos Estrella, denunciara que estaba siendo amenazado anónimamente por teléfono. Como miembro de una de las cámaras que componen el tribunal, Castellanos ha participado de fallos que dispusieron la extradición de sobresalientes acusados de narcotráfico en Estados Unidos. Adicionalmente, el jefe de la Policía, mayor general Bernardo Santana Páez, reveló que en los últimos meses, en Santiago han ocurrido unos cuarenta casos similares. Óigase bien: 40 casos similares. De un lado está la escalofriante coincidencia de que miembros de la familia de un juez amenazado fueran afectados por lo que la Policía considera, en principio, un caso más de la criminalidad común pero muy  extendida que castiga al país. De otro lado, descartada la posibilidad de que se tratara de una acción típica de cárteles del narcotráfico, habría que reconocer que de todos modos constituye la expresión de un bandidaje indiscriminado. Un impactante testimonio de la inseguridad reinante en área urbana en que ocurrió.

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