En la oposición.- Una de las etiquetas que se ha ganado el  PRD a lo largo de su borrascosa historia es la de que solo sabe hacer oposición, que en sus trincheras  es donde su liderazgo, tan proclive a las garatas y la confrontación inútil, se siente realmente cómodo, pero los perredeístas saben, y probablemente  por eso hoy lloran amargamente otra derrota electoral, que su partido nunca le hizo oposición  a los gobiernos del PLD y Leonel Fernández. Pero las cosas  tendrán que cambiar, pues el PRD está obligado, una vez superado el proceso depurativo por el que atraviesa, a reencontrarse con los sectores sociales que han sido su fuente nutricia, a volver a ser  “la esperanza nacional”,  el jacho prendío que desafió  la dictadura ilustrada de Joaquín Balaguer. Ese es el PRD que necesita la democracia dominicana, que deriva peligrosamente hacia el unipartidismo, pero también el que quieren  destruir tanto sus enemigos  externos como internos.

Coger piedras….-  La  aplicación del  Reglamento Migratorio ha puesto en evidencia, de manera lastimosa, la dependencia del aparato productivo dominicano de la mano de obra haitiana, lo que finalmente hizo entrar en razones al director general  de Migración, José Ricardo Taveras,  quien se dice accedió a flexibilizar algunos aspectos a petición de la Junta Agroempresarial Dominicana, cuyos miembros  alegan que la regularización de sus trabajadores resulta incosteable. Esa actitud contrasta  con la intransigencia que exhibe el funcionario al exigir el  cumplimiento  de la resolución que prohíbe a las escuelas inscribir estudiantes que residan de manera ilegal en el país, una decisión claramente inconstitucional que dejará fuera de las aulas  a miles  de niños y que probablemente nos lleve de nuevo ante los tribunales internacionales de derechos humanos. Eso es lo que se llama, para decirlo en buen dominicano, coger piedras para los más chiquitos.