Ni tanto, ni tan poco. Tiene razón Temístocles Montás, ministro de Economía, cuando le reclama a la presidenta de la Cámara de Cuentas, Licelott Marte, que identifique las instituciones públicas donde se han distraído recursos por un monto tan significativo que, según declaraciones públicas de la funcionaria, alcanzarían para hacer otra República Dominicana. Con inocultable tono de reproche Montás declaró que la dirigente reformista le haría un gran servicio al país y a su institucionalidad si expone con claridad en cuáles entidades se está haciendo mal uso de los recursos públicos, pues eso permitiría hacer los correctivos necesarios. ¿Qué sentido tiene denunciar un pecado tan grande si se omite el nombre del pecador y el lugar donde lo cometió? La tremendista afirmación de la presidenta de la Cámara de Cuentas, uno de los principales órganos de control del uso de los recursos públicos, ha provocado gran alboroto, sobre todo en el seno del oficialismo, donde sus sectores más recalcitrantes siguen dándose por ofendidos ante cualquier asomo de crítica al Gobierno, más si proviene de una funcionaria a la que hay que suponer con conocimiento de causa cada vez que habla sobre una materia tan delicada y comprometedora. Pero hasta los más tímidos estimados que se han echo sobre la cuantía de los recursos públicos que se ha tragado la endémica corrupción en República Dominicana citan cifras astronómicas, y si acaso resulta que esos recursos no son tantos como para construir otro país, como afirma doña Licelott, dudo que alguien se atreva a negar que si hubieran sido invertidos en combatir nuestra secular pobreza los problemas que hoy nos agobian no fueran tan grandes ni tan abundantes.
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