Qué se dice

Qué se dice

Claudio Acosta.

En las nubes.- Parece que los jueces del Tribunal Superior Administrativo no leen los periódicos, ni tampoco ven los noticieros. O viven, como dice un amigo mío, en el imaginario pent-house desde el que los privilegiados de la fortuna o de la política miran sin ver lo que ocurre aquí abajo. Solo eso explica que hayan evacuado una sentencia que ordena el traslado al Panteón de la Patria, en un plazo de quince días, de unos restos que, según un batido y debatido experticio del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF), no corresponden al coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó. ¿Con quién quisieron hacerse los graciosos? Por lo pronto hay que decir que a sus hijos, a los que ha servido de vocero el coronel Francisco Caamaño Acevedo, no les ha hecho ninguna gracia que se pretenda llevar hasta el Panteón unos restos que no son los de su progenitor, aunque aclaró que no le corresponde a ellos responder la decisión del tribunal sino a la Comisión de Exaltación del Ministerio de Cultura. Y eso es precisamente lo que acaba de hacer el abogado Carlos Salcedo, quien ayer anunció que ese ministerio no acatará la sentencia del Tribunal Superior Administrativo de trasladar una osamenta que no pertenece al Coronel de Abril, por lo que continuarán esperando que la Procuraduría General de la República y los organismos investigativos del Estado localicen sus verdaderos restos. Mientras tanto, informó, Cultura recurrirá ante el Tribunal Constitucional, al que solicitarán la suspensión de una sentencia que le resulta materialmente imposible cumplir. El episodio, propio del surrealismo tan frecuente en la vida institucional dominicana, es francamente bochornoso y sin duda pudo haberse evitado si esos jueces, además de tomar en cuenta los textos, leyes y jurisprudencias en que fundamentaron su sentencia hubiesen estado mas atentos a lo que ocurre a su alrededor, en la realidad real en la que a veces olvidan estar viviendo.

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