Qué se dice

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Exceso.- Contrario a su antecesor, alérgico a las protestas y marchas callejeras, el presidente Danilo Medina ha sido tolerante y respetuoso del constitucional derecho a la protesta que asiste a los ciudadanos, y la mejor prueba es que la pequeña plaza frente al Palacio Nacional se ha convertido en escenario casi cotidiano de reclamos de distintos sectores que procuran llamar la atención del mandatario hacia sus problemas, padecimientos y necesidades. Hasta el pasado miércoles, cuando decenas de personas, incluidos niños, ancianos y mujeres embarazadas, fueron reprimidos con bombas lacrimógenas cuando reclamaban frente al Ministerio de Obras Públicas la construcción de la carretera Yamasá-Don Juan, en la provincia de Monte Plata, de apenas 8.5 kilómetros. Es probable que la Comisión Militar y Policial del Ministerio de Obras Públicas, una especie de guardia pretoriana que hasta ahora –hay que reconocerlo– ha ofrecido un excelente servicio de asistencia y protección a quienes utilizan nuestras autopistas y carreteras, principalmente las de la zona Este del país, pasaran por alto, por falta de costumbre o entrenamiento, el protocolo que se utiliza para reprimir una protesta pacífica en una sociedad democrática, pero sea por descuido, ignorancia o simple trogloditismo, lo cierto es que sus miembros estuvieron a punto de echarle una baina, para decirlo en buen dominicano, al presidente Medina, para colmo con periodistas, fotógrafos y camarógrafos como testigos de cargo de su brutalidad. ¿Qué explicación daría el gobierno si, a consecuencia de ese exceso de celo y autoridad, alguno de esos manifestantes hubiera resultado muerto o mal herido? ¿Qué peligro tan grante representaban esos infelices? El diligente y siempre amable ministro de Obras Públicas, Gonzalo Castillo, debe cuidarse de desbaratar con los pies (o peor todavía: que otros lo desbaraten en su nombre) lo que tan bien ha hecho con las manos.

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