Qué se dice

Qué se dice

Claudio Acosta.

Tirijala legislativo.  Ojalá alguien pudiera explicarme la razón del tirijala entre diputados y senadores, que no acaban de ponerse de acuerdo sobre las modificaciones que requiere el Código Procesal Penal, que a juzgar por el peso que se le atribuye en el auge de la delincuencia que nos ha robado el sosiego debería ser una prioridad para nuestros legisladores. El pasado martes los diputados aprobaron, por quinta ocasión, las modificaciones que propuso la comisión especial que estudió y analizó el Código, que en palabras de Abel Martínez, presidente de la Cámara Baja, produjo un informe “que va en la dirección de un Código Procesal Penal acorde con el tiempo que estamos viviendo y que combata efectivamente la delincuencia, que le cierre la brecha a los delincuentes, que cierre la brecha de los actores del sistema que buscan en el Código Procesal Penal la excusa para que los delincuentes estén en las calles”. ¿Por qué entonces modificaron esas modificaciones los senadores? ¿No existe una comunicación fluida entre ambas cámaras que evite la ocurrencia de estas fatigosas contradicciones? En la sesión del pasado martes los diputados también anularon los cambios introducidos por los senadores, a cuyas manos volverá el proyecto, completando un círculo vicioso que no conduce a ninguna parte ni cumple ningún propósito. Y en ese de aquí para allá y de allá para acá podrían pasarse el resto de la legislatura; los diputados deshaciendo el trabajo de los senadores y estos, a su vez, enmendando el de los diputados. Claro está, mientras senadores y diputados juegan, como imberbes, a no ponerse de acuerdo, a boicotearse los unos a los otros, los beneficiarios del excesivo garantismo que se le imputa al Código Procesal Penal contemplan el espectáculo muertos de risa.

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