¿A título personal?.- El doctor Roberto Rosario Márquez, presidente de la JCE, ha sido hasta ahora protagonista de primera línea en la defensa, tanto aquí como en el exterior, de la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, y tal ha sido su beligerancia y entrega a esa causa que se le considera, junto al director de Migración, José Ricardo Taveras, y el Ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul, los representantes de la “línea dura” del gobierno, partidarios de su aplicación pura y simple y sin concesiones. Por eso resulta risible su argumento de que la invitación que recibió a través del Ministerio de Relaciones Exteriores para que asistiera a la audiencia temática, celebrada ayer lunes, por la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), le fue cursada a título personal. Si esa invitación fue “a título personal”, como él dice, ¿por qué envió su respuesta a la Cancillería firmándola en su condición de “presidente” de la JCE? ¿Por qué la copia de esa carta que se remitió a los medios de comunicación se hizo desde el departamento de relaciones públicas del organismo electoral? Si el doctor Roberto Rosario Márquez no fuera el presidente de la JCE y, por vía de consecuencia, no tuviera la responsabilidad que tiene tanto en la defensa de la cuestionada sentencia 168-13 como en el atolladero que ha colocado a la República Dominicana en las cuatro esquinas de este globalizado mundo a consecuencia de la mostrenca solución que se le ha buscado al “problema haitiano”, ¿lo habrían invitado a participar a esa audiencia? El doctor Rosario tiene que buscarse otra excusa para justificar su ya conocida tendencia a actuar de manera unipersonal olvidando que preside un organismo colegiado, donde las decisiones se toman por consenso, y previa discusión, entre los miembros del Pleno. Y recordar, sobre todo, que no puede despojarse de su condición de presidente de la JCE a su mejor conveniencia, como quien se quita la chaqueta del traje para aliviarse del imprevisto acoso del calor.