Candidatos.– Alguien debería advertirle al doctor Reinaldo Pared Pérez que en su condición de declarado aspirante a la Presidencia de la República debe medir bien sus acciones y sus palabras, pues todo lo que haga y diga, o deje de decir o hacer, podría ser usado en su contra por sus eventuales electores. Y lo mismo vale para los demás aspirantes (abiertos o embozados) a la Presidencia en el PLD, sobre todo los que son funcionarios, verbigracia el Ministro de Turismo, Francisco Javier García, el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo Temístocles Montás, y el Procurador General de la República, Francisco Domínguez Brito, a los que deberíamos juzgar y valorar por su buen o mal desempeño como servidores públicos, pero también por las posiciones que asuman sobre temas puntuales, como es el caso de la corrupción —para citar el más candente y próximo– a propósito de la subrepticia mutilación, en el Código Procesal Penal, del derecho de los ciudadanos a querellarse contra los funcionarios amigos de lo ajeno. ¿Puede esperarse firmeza y determinación para enfrentar ese flagelo si como máximo representante del Ministerio Público el doctor Domínguez Brito se ha mostrado tímido, irresoluto y conservador? ¿O de un Pared Pérez que dice estar convencido de que la Constitución nos niega el derecho a querellarnos contra los funcionarios que se enriquecen a costillas del Estado? Desde luego, todos y cada uno de esos presidenciables está en libertad de creer que el PLD gana como quiera y con cualquiera, y que por lo tanto no necesitan convencernos de su idoneidad y competencia para dirigir un país tan complicado, pero ese es su problema. El de nosotros, como electores, es estar muy atentos a lo que hagan y digan los que aspiran a gobernarnos para saber a qué atenernos.