Qué se dice

Qué se dice

Claudio Acosta.

En honor a la verdad.- Si el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) determinó mediante una prueba de ADN que los restos que se creía pertenecían a Francisco Alberto Caamaño Deñó no son los del Coronel de Abril, precisamente la razón por la cual el Ministerio de Cultura se ha negado a acatar la sentencia de la Segunda Sala del Tribunal Superior Administrativo que ordenó su traslado el Panteón de la Patria, ¿por qué se les sigue tratando como si lo fueran? “Inacif devuelve restos de Caamaño”, “Restos de Caamaño de vuelta al cementerio”, anunciaban ayer los titulares de los periódicos como si el experticio del Inacif nunca se hubiera producido o no tuviera ninguna validez, los mismos periódicos que destacaron en sus crónicas la denuncia de la Fundación Caamaño de que los restos eran guardados en el mismo depósito utilizado para almacenar las drogas decomisadas en los operativos realizados por los organismos antinarcóticos. El tema es delicado, mas que nada por su capacidad para lastimar los sentimientos de gente a la que admiro y respeto, pero siento también un profundo respeto por la verdad y, por lo tanto, me resulta imposible ignorarla, mucho menos si la tengo delante de mis propias narices. ¿Cómo aceptar que esos son los restos de Caamaño si ya una prueba científica determinó que no lo eran? ¿Por patriotismo? ¿Para mantener vivo su símbolo, la pureza de su lucha y su sacrificio? ¿Pero necesita Caamaño ingresar al Panteón de la Patria de manera tan truculenta? Por supuesto, quien quiera creer que esos son los restos del Coronel de Abril, y honrar su memoria y su ejemplo a través de ellos, está en todo su derecho, y no seré yo quien se lo regatee o desconozca. Pero mi capacidad para el autoengaño no llega tan lejos, y ese es también un derecho que debe ser respetado.

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