Qué se dice

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Los condenados.- Esto no es, aunque lo parezca, una justificación de los desacreditados intercambios de disparos, pero la realidad es que en la lógica de la Policía estos se han convertido en una respuesta expedita a las alegadas deficiencias de un sistema de justicia demasiado benigno con los que delinquen, sobre todo cuando los delitos se acumulan y las sanciones contra los delincuentes reincidentes no llegan nunca. ¿Fue ese el caso de Vantroi, un supuesto sicario al que la Policía acusa de la muerte de al menos 36 personas y quien andaba por ahí tan campante hasta que cayó abatido en un supuesto enfrentamiento con una patrulla que le daba seguimiento a sus actividades criminales? Eso no lo sabremos nunca, y por una razón muy sencilla: los intercambios de disparos, o ejecuciones extrajudiciales como los llaman los organismos internacionales de derechos humanos, han adquirido fe pública en este país, más que nada gracias a que el Ministerio Público, por miedo o flaqueza institucional, ha desertado de su responsabilidad de investigarlos. Mucha gente dirá, ante el inverosímil prontuario que se le atribuye al famoso sicario, que la Policía exageró la nota a fin de justificar, eventualmente, su eliminación física, pero eso tampoco podrá demostrarse –insisto– sin una investigación responsable del Ministerio Público. Mientras tanto alguien debe anotar por ahí, para que conste en el expediente, que el abrupto y violento final de la productiva carrera delictiva de Vantroi merece ser calificada como la crónica de un intercambio de disparos anunciado, como de seguro ocurrirá a muchos otros “reconocidos delincuentes” que andan por ahí a la espera de que se cumpla su condena de muerte a manos de una patrulla policial.

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