Hablar de que en la justicia dominicana impera “un clima de terror” que está afectando la aministración de justicia y la necesaria independencia de los jueces, como lo describió ayer el presidente del Colegio de Abogados, Miguel Surum, son palabras mayores, por lo que se hace necesario que apartemos nuestra atención del escándalo de sobornos de Odebrecht, de los nombres de los agraciados que están a punto de dar con sus huesos en la cárcel, para atender una denuncia que, por venir de quien viene, no puede ni debe ser pasada por alto. Así nos enteraremos de que el Colegio de Abogados llamó a los jueces, fiscales y demás empleados del sistema judicial a paralizar sus labores el próximo 14 de junio en protesta por ese “clima de terror”, pero también para que se respete el debido proceso, la carrera judicial, y cesen las destituciones sumarias contra los jueces. Surum sostiene que jueces y fiscales son víctimas del Consejo del Poder Judicial, “que en muchos casos se ha constituído en prácticamente un mecanismo de extorsión contra los miembros del sector justicia”. ¿Fue eso lo que ocurrió cuando recientemente suspendió al magistrado Rafael Pacheco, juez del Tercer Tribunal Colegiado del Distrito Nacional, decisión que el Colegio de Abogados calificó de violatoria del debido proceso y de su presunción de inocencia? Pregunto porque lo que se dijo en los “corrillos judiciales”, a propósito de esa suspensión, fue que las “faltas graves” que provocaron la desgracia del magistrado Pacheco fue fallar contra un bufete de abogados muy bien relacionado en la cumbre de las Altas Cortes, y que no ha sido el único. Insisto: el “clima de terror” que describe el doctor Surum merece que le pongamos toda nuestra atención, mucho mas ahora que se requiere de jueces independientes, capaces de resistir el chantaje, la extorsión y las presiones de los políticos emboscados en el sistema de justicia, para enviar a donde merecen estar a los beneficiarios de los sobornos de Odebrecht.