Si algo ha demostrado la delincuencia que sufrimos en estos agitados y violentos días, como acaba de poner de manifiesto, de manera brutal y dramática, la banda bautizada como Los Mata Policías, es que no sienten ningún temor, y mucho menos respeto, por la autoridad y quienes la representan. Por eso hay que descartar que el nombramiento como nuevo director de la Policía del mayor general Ney Aldrin Bautista Almonte, quien de inmediato advirtió a los delincuentes que de ahora en adelante “tendrán que correr”, provoque una desbandada que los obligue a salir despavoridos a esconderse en sus madrigueras. Parece que se ha convertido en una tradición que los jefes de Policía, ahora llamados Directores, hagan un pronunciamiento enérgico, al momento de ser juramentados por el Presidente de la República, contra los principales enemigos de la tranquilidad pública, pero el punto en el que nos encontramos es la mas contundente evidencia de que esas bravuconadas no asustan ni intimidan a los delincuentes, lo que explica que hoy nos sintamos mas inseguros y desprotegidos que nunca ante su acoso. Como tampoco ha resuelto el problema salir a matarlos para luego disfrazar esas muertes de intercambios de disparos, y aun así cada jefe o director que llega al puesto cae en la tentación de recurrir a las ejecuciones extrajudiciales (es hora de llamar a las cosas por su verdadero nombre) para mantenerlos a raya. No creo que el mayor general Ney Aldrin Bautista Almonte sea, en ese sentido, la excepción, pero un oficial que llega al cargo con tan buenas credenciales merece un voto de confianza y, mas que nada, que le tomemos la palabra cuando afirma que trabajará directamente con las comunidades, sin cuya colaboración ningún plan de seguridad resultará efectivo, en su propósito de “salvaguardar la seguridad ciudadana y garantizar el libre ejercicio de los derechos de los ciudadanos”. Que así sea.