Política fallida– El fiscal del Distrito Nacional, el doctor Alejandro Moscoso Segarra, acaba de sumarse al coro de voces que reclama la aplicación de mano dura contra la delincuencia que nos tiene al coger el monte, aunque se tomó el cuidado de advertir, como quien se cura en salud, que esas acciones deben ser en la misma proporción en que son enfrentadas por los antisociales y respetando siempre los derechos humanos.
Es bueno que sepa el fiscal Moscoso Segarra, por si no ha tenido la oportunidad de sentarse a sacar cuentas, que en el primer mes del mayor general José Armando Polanco Gómez al frente de la Policía Nacional ha muerto a manos de patrullas policiales, en los desacreditados intercambios de disparos, casi un delincuente por día, lo que tal vez no sea un récord en una institución por la que han pasado tantos gatillos alegres pero sí constituye, al menos, un buen average. Ese simple cálculo, realizado hace unos días por Diario Libre, demuestra de manera fehaciente y sin lugar a las dudas que la tan reclamada mano dura nunca ha estado ausente en el combate a la delincuencia y la criminalidad, como no estuvo ausente tampoco en la anterior jefatura policial ni en la anterior a la anterior, pues ha sido la única política aplicada de manera consistente por nuestros gobiernos para combatir esos males.
Por supuesto que se trata de una política fallida, como bien puede comprobarse con tan solo abrir los periódicos que día a día recogen un nuevo asalto a plena luz del día por allí y otro crimen brutal y sin sentido por allá, pero en la que se sigue insistiendo contra la lógica y el buen sentido. Si matar a los delincuentes no acaba con la delincuencia, como ha quedado demostrado, ¿por qué no probar con políticas que ataquen directamente sus causas en lugar de incitar a que continúe la inútil matanza?