Primero fue el ministro de Economía, Isidoro Santana, quien expresó su preocupación por los aprestos para modificar la Ley de Hidrocarburos al margen de un Gran Pacto Fiscal, pero quien le puso la tapa al pomo fue el Ministro de Hacienda, Donald Guerrero, pues durante su participación en el Almuerzo del Grupo Corripio dijo “claro y pelao” que es imposible bajar los impuestos a los hidrocarburos a menos que se identifique la fuente de ingresos que pueda compensar esos impuestos. ¿Eso no lo sabían los funcionarios del Gobierno que se sentaron a negociar con los transportistas de carga? ¡Claro que lo sabían! Pero se quería ganar tiempo a la vez que desactivar una huelga que, por sus repercusiones sobre el aparato productivo del país, puso muy nerviosos a los empresarios. Y todo iba muy bien, con los transportistas tranquilos y chupándose el caramelo, hasta que dos de los más importantes funcionarios del área económica del Gobierno los obligaron a poner los pies sobre la tierra. Las declaraciones del Ministro de Hacienda cayeron como balde de agua fría sobre las expectativas de la directiva de Fenatrado, que las calificó de irresponsables, inoportunas e inapropiadas. ¿Qué pasará ahora? La gente de Fenatrado se reunió ayer con una comisión encabezada por el Ministro de Industria y Comercio, Nelson Toca Simó, que trató de mantener vivo el diálogo y evitar que los transportistas lleven a las calles sus reclamos. Pero ese diálogo, que continuará el miércoles en el Palacio Nacional, no tiene futuro si no puede tocarse la Ley de Hidrocarburos. Y si a eso usted le agrega las protestas que anunciaron organizaciones choferiles, estudiantiles y populares, encabezadas por el Falpo y el Movimiento Rebelde de Juan Hubieres, para que bajen de precio, podrían darse las condiciones para que el Gobierno compruebe porqué se ha dicho siempre que el de los combustibles es un tema explosivo.