Juan Hubieres está de moda, y quien no lo crea que le eche un vistazo a los periódicos, aunque no faltarán los que aleguen, con razón, que lo está por las peores razones. Efectivamente, el paro sorpresa del pasado lunes, que dejó varados a miles de ciudadanos en el Gran Santo Domingo, lo colocó en el ojo del huracán, convirtiéndolo en blanco de las mas feroces críticas a pesar de que muchos de los afectados dijeron estar de acuerdo con los motivos de la protesta, pero en total desacuerdo con la forma de hacerla. El problema del llamado Comandante Rebelde es que, desde su perspectiva de guerrillero urbano, está convencido de que si no produce ese gran desorden, si no muestra su fuerza y su capacidad para trastornar el orden público, no tiene con qué obligar al Gobierno a negociar en sus términos. Por eso se permite la bravuconada de advertir que sus afiliados continuarán realizando los odiosos paros sorpresa, y de ñapa darle a las autoridades un plazo de diez días para que se sienten a negociar sus propuestas para resolver la crisis de los combustibles. El gobierno ha dicho, como era de esperarse porque es lo que dice siempre, que no permitirá que se altere el orden público, pero lo cierto es que ha demostrado que no tiene respuesta efectiva para esos paros, que pondrán a trabajar horas extra a Sigfrido Pared Pérez y su gente en el DNI tratando de saber cuándo será el próximo. Mientras tanto Hubieres, que con estas refriegas se siente como pez en el agua, sigue a la ofensiva, al acusar al gobierno de mentir cuando sus funcionarios afirman que no es posible rebajar el precio de los combustibles porque los recursos de la Ley de Hidrocarburos van al Presupuesto. ¿Alguien le responde?