Ayer se celebró en el país el Día Nacional del Comercio, ocasión que aprovechó el presidente de la Confederación del Comercio de Provisiones y Pymes (ConfeComercio), Gilberto Luna, para pedirle al Gobierno que vaya en auxilio de un sector que junto a las pymes aportó, según sus cuentas, el 38% del Producto Interno Bruto (PIB). Es por esa razón que el dirigente comercial considera que las autoridades están en la obligación de adoptar las medidas que sean necesarias para garantizar su supervivencia y sostenibilidad, pero sobre todo que los proteja de las que son hoy sus principales amenazas, que podrían describirse, para usar el lenguaje popular, como los tres golpes: el alza del dólar, la inseguridad pública y los apagones. Esos males, reconoció, han creado un ambiente de reclamos de algunos sectores nacionales, aunque aseguró que su organización se opone a los llamados a huelgas y otras protestas callejeras por considerar que atentan contra la paz social y la economía. Pero esos tres golpes, como bien reconoció el presidente de ConfeComercio, están castigando con dureza a otros sectores que por desgracia no son tan comprensivos, juiciosos y prudentes como los comerciantes de provisiones. Por eso no hace falta ser adivino, ni trabajar en el DNI, para saber que sus efectos, para los cuales el Gobierno no parece tener remedio, continuarán exacerbando sus ánimos levantiscos, convirtiéndolos, como ya hemos visto, en una potencial amenaza para la paz social. Nadie quiere que eso ocurra, por supuesto, pero sería irresponsable no recordarle a nuestras autoridades las consecuencias de una escalada alcista del dólar, y sobre todo lo peligroso que resulta permitir que el fuego se acerque tanto a la gasolina.