Como los muertos no hablan ni pueden defenderse, y mucho menos refutar a quienes invocan su nombre en vano, tendremos que seguir soportando, con una frecuencia directamente proporcional al cinismo de sus falsos discípulos, que se nos trate de escamotear la verdadera dimensión del apostolado moral y político del profesor Juan Bosch. Porque decir, a estas alturas del juego, que el fundador del PLD se sentiría orgulloso de los 16 años que lleva la organización en el Gobierno por la transparencia y modernidad logradas no solo ha conseguido perturbar la paz de sus venerables huesos, sino que también ha ofendido la inteligencia de un pueblo que a lo largo de esos 16 años ha sido testigo de cómo los peledeístas le han dado la espalda a sus enseñanzas para convertirse en la clase de políticos que siempre despreció. ¿Qué diría un hombre cuya modesta manera de vivir se hizo leyenda sobre las fortunas inmensas amasadas a su paso por el poder por la mayoría de los integrantes del Comité Político? ¿Cómo le caería el sambenito que le han colgado a los gobiernos del PLD, considerados los mas corruptos de nuestra corrupta historia? ¿De qué manera reaccionaría al enterarse de que la Constitución ha sido modificada a imagen y semejanza de los intereses y ambiciones continuistas de su actual liderazgo? ¿Quién le va a explicar que en ese afán de perpetuarse en el poder el partido que fundó secuestró la Justicia y los órganos de control y fiscalización del Estado para garantizarse impunidad? ¿Cómo asimilaría el hecho de que la consigna de “servir al partido para servir al pueblo”, con la que quiso diferenciar a sus miembros, fue cambiada por la de usar al partido para servirse del Presupuesto Nacional? Creo que, contrario a lo que opina Monchy Fadul, el profesor Bosch no se sentiría orgulloso de los gobiernos del PLD sino triste y avergonzado, por lo que le recomiendo al Ministro de Interior y Policía dejar ese muerto tranquilo y en paz.