Ya es tradición que cada fin de año las instituciones del Estado hagan un balance de sus logros y realizaciones, que entregan a la prensa para su divulgación o socialización, para decirlo con  la palabra de moda. Y el Ministerio de la Mujer no es la excepción, lo que explica el comunicado en el que la Ministra Janet Camilo destaca que, hasta noviembre del pasado año, un total de  1,833 mujeres y sus hijos menores preservaron sus vidas gracias a la intervención de los servicios de asistencia que ofrece ese ministerio.  “Más allá de los números, debemos ver a 1,833 sobrevivientes. Insisto, no son números, son vidas que no forman parte de las lamentables estadísticas (hasta el 17 de diciembre el  Ministerio de la Mujer  había registrado 65 casos de feminicidio intimo, es decir causados por parejas o exparejas), vidas que hemos arrebatado a la violencia machista”. Tiene razón en sentirse orgullosa la ministra, y por eso desde aquí se aplauden las acciones y esfuerzos del Ministerio, que cuenta con tres casas de acogida para ofrecer protección a las mujeres amenazadas y sus hijos en riesgo en lo que las autoridades competentes (a veces es todo lo contrario) consiguen apresar a sus agresores. Pero por desgracia todo eso es insuficiente, y así lo testimonia la muerte de Elida Cabrera,  madre de tres hijos de 14, 16 y 18 años, asesinada junto a su madre por su expareja, quien se presentó a la casa en la que residían  pocas horas antes de concluir  el 2018 y sin mediar palabras empezó a disparar. Como en tantos otros feminicidios que engrosan las “lamentables estadísticas” de las que habla la ministra en su comunicado, contra el agresor pesaban varias órdenes de alejamiento que no impidieron que un hombre con fama de violento y agresivo cumpliera su fatal propósito.