A los Señores del Turismo no les gusta que estas cosas se publiquen ni se “sazonen” mucho para que no sirvan de munición a nuestros competidores en el área, por lo que no me sorprendería si reaccionan desmintiendo la información o restándole gravedad a la advertencia del Buró de Asuntos Consulares del Departamento de Estado a los turistas que visiten el país, a los que recomienda tener cuidado debido a la alta tasa de delitos y robos, y abstenerse de mostrar signos de riqueza como llevar relojes caros y joyas ostentosas. ¿No es esa una recomendación válida también para los que estamos aquí 24 horas al día y 365 días al año? Todo el que vive en este país sabe que puede ser víctima de una delincuencia que no da tregua, y eso no hay forma de esconderlo en el mundo en el que vivimos. “Los delitos violentos como el robo, el asalto sexual, son comunes. La amplia disponibilidad de armas, el uso y el comercio de drogas ilícitas y un sistema de justicia penal débil contribuyen al alto nivel de criminalidad”. ¿Se atreve alguien a negar que lo que describe el portal del Departamento de Estado no se corresponde con la realidad a la que nos enfrentamos cotidianamente y a la que tratamos, con mas miedo que recursos, de sobrevivir? Negar la magnitud del problema y su capacidad de dañar nuestra principal industria nos aleja de su solución, y tal vez explique que, para enfrentarlo, vayamos de fracaso en fracaso, de plan de seguridad en plan de seguridad, sin resultados tangibles. Porque si hay algo que los ciudadanos tenemos claro es que nuestras autoridades no están en capacidad de protegernos del acoso feroz de los delincuentes, ni parecen tener planes que nos hagan pensar que, en un futuro, eso cambiará. Y eso es lo que debe preocupar a los Señores del Turismo, y no dejarse tentar por la equivocada estrategia del avestruz que esconde la cabeza en la acogedora comodidad de un complejo hotelero cinco estrellas.