La posibilidad de que un outsider se cuele en las elecciones del 2020, fenómeno mundial que no acaba de llegar a República Dominicana y su blindada partidocracia, parecen esfumarse con la salida de competencia de Ramfis Domínguez Trujillo, el nietísimo del Perínclito de San Cristóbal, y Karim Abu Naba`a, el Príncipe Loco que quiere ser Presidente de la República a papeletazo limpio. Domínguez Trujillo, a quien las encuestas han llegado a otorgar hasta un 5% de la preferencia del electorado no obstante el lastre negativo de su apellido, mucho mas que algunos políticos que tienen toda su vida tirados a la calle del medio, fue el primero en quedarse sin una plataforma política que sustente su candidatura, como anunció a principios de semana el Partido Demócrata Institucional (PDI). También fue sacado de circulación Abu Naba´a, candidato presidencial del Partido Verde, cuya dirigencia acaba de anunciar que desistió de su candidatura por razones constitucionales relacionadas con su doble nacionalidad. Sé que alguien podría argumentar, a continuación, que la democracia dominicana no pierde nada con su salida de competencia porque nada tienen que aportar, pero eso no es enteramente cierto ni justo porque de lo malo, como dicen los viejos, siempre se saca algo bueno. Porque si algo demostró la salida a escena de Domínguez Trujillo y Abu Naba´a, cuyo lema de es preferible un loco a un ladrón en la Presidencia puso a pensar a mucha gente en un país hastiado de la corrupción de sus políticos, es que el elector dominicano ya está dando muestras de hartazgo ante el liderazgo político tradicional, probablemente porque es cada vez mas joven y los jóvenes, ya se sabe, son consumidores por antonomasia de novedades. No será tan pronto como en el 2020, a la vuelta de la esquina, pero sí podría significar el principio del fin de una generación de políticos que si bien se irá con los bolsillos llenos dejará demasiados problemas sin resolver.