Lo que acaba de ocurrir en la Cámara de Diputados, donde según los periódicos los diputados leonelistas se declararon en rebeldía negándose a votar por los proyectos oficialistas, pone al día uno de los viejos y recurrentes temores del dirigente peledeísta Euclides Gutiérrez Félix, quien tiene años advirtiéndoles a sus compañeros sobre las funestas consecuencias de contagiarse con el síndrome de los perredeístas cuando están en el gobierno, que convierten sus inacabables garatas y guerrillas internas en problemas del país por utilizar las instancias del Estado como escenarios de sus ríspidas confrontaciones. El desbordamiento de la pugna entre danilistas y leonelistas por la candidatura presidencial del 2020, al mejor estilo del peor PRD, sacó de su mutismo al doctor Gutiérrez Félix, quien ayer llamó a sus compañeros a callarse, a no hablar tanto y mantener la cordura por el bien del PLD. El veterano político dijo que sus compañeros ofenden la memoria del profesor Juan Bosch con sus enfrentamientos públicos, compañeros que al parecer no recuerdan que al final el Comité Político estará forzado a imponer un acuerdo por la unidad y se van a necesitar unos a otros. Pero las turbulencias han llegado a un punto que cualquiera concluiría que el llamado a la cordura de Gutiérrez Félix llega demasiado tarde, pues el proceso de perredeización del PLD al que le teme como el Diablo a la Cruz está tan avanzado que será difícil que los peledeístas (leonelistas y danilistas, ortodoxos y advenedizos, de la luz y de las sombras) puedan librarse de sus consecuencias. Que no son otras, me permito volver a repetirlo por enésima ocasión, que su salida del poder y las persecuciones judiciales que convertirán en un calvario su paso a la oposición; como le ocurrió a los perredeístas, que por culpa de sus mezquinas rebatiñas comprendieron demasiado tarde que su verdadero enemigo fue siempre el doctor Joaquín Balaguer. Todavía lo están lamentando.