Aunque no se atrevan a decírselo en su cara en el entorno del presidente Danilo Medina hay gente a la que le gustaría enrostrarle al mandatario un “se lo dije”, a propósito de las declaraciones de los ministros de Economía y Energía y Minas, Isidoro Santana y Antonio Isa Conde, con las que se desmarcaron de la reelección, un pecado que dentro y fuera del PLD se atribuye el hecho de que ambos pertenecen a la sociedad civil y por lo tanto no les importa ni les duele lo que les ocurra al partido de gobierno y sus líderes. Y como no son peledeístas ni comesolos, ni le deben obediencia ciega al credo danilista-reeleccionista que trata de imponerse en el PLD, están en completa libertad de expresar su opinión sobre el tema, pues como se han cansado de repetir los voceros del gobierno y sus entusiastas corifeos en este paraíso tropical no hay espacio para una dictadura. Pero lo que mas ha molestado al danilismo no ha sido su opinión sino el momento que escogieron para expresarla, tan conveniente a la causa antireeleccionista, que a decir verdad es también la causa del 68% de la población que según las encuestas le ha expresado su rechazo, que ha provocado comprensibles suspicacias. Por eso no han faltado los seguidores del presidente Medina que se refieren a esas declaraciones como “actos de traición”, ni quien los mande a callar como el Ministro de Obras Públicas Gonzalo Castillo, quien dijo que deberían renunciar los funcionarios que no comparten la idea de la reelección del gobernante. Lo irónico del caso es que aunque fuera su deseo por considerar que traicionaron su confianza al mandatario no le conviene cancelarlos, como quisieran muchos danilistas, a menos que quiera convertirlos en víctimas de la reelección, que es lo mismo que decir de su ambición de poder. De una ambición tan grande, y tan desmedida, que no le importa pasarle por encima a la Constitución.