Ya marzo va lejos y aun sigue en el aire la “campaña de expectativa” con la que el presidente Danilo Medina mantiene en vilo al país político, que sigue esperando, en medio de la “incertidumbre”, que diga por fin si va o no va a intentar reelegirse, lo que solo podría ocurrir si reforma la Constitución. Y como el “casi casi” con el que respondió a los periodistas que le preguntaron a quemarropa cuándo hablará sobre su reelección no significa nada nada, habrá que seguir interpretando señales, leyendo entre líneas sus silencios, sumando y restando los votos que sobran o los que faltan para modificar la Constitución, mientras el coro de legisladores danilistas que dirige el maestro Elpidio Báez continúa entonando la odiosa melodía con la que nos castiga los oídos. Pero como siempre ocurre cada quien interpreta esas señales “a sigún” sus expectativas e intereses, por lo que no debe extrañar a nadie que haya gente diciendo que la militarización del Congreso Nacional, que el oficialismo se vio forzado a levantar debido a las presiones de la opinión pública, fue una victoria del expresidente Leonel Fernández y sus envalentonadas tropas. ¿Qué dirán esos mismos analistas del anuncio del Ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, de que iniciará la publicación de una encuesta nacional que evidencia que los niveles de popularidad del presidente Medina sobrepasan a cualquier otro líder o Presidente tras siete años de ejercicio? Con esas encuestas querrán convencernos de que será “el pueblo” el que decidirá su repostulación, pero se trata del mismo pueblo que según los leonelistas, y confirman las encuestas, rechaza que se modifique la Constitución. En ese laberinto se han metido los peledeístas, arrastrando con ellos al resto del país, que casi casi se está hartando de que su tranquilidad dependa de la devaluada palabra de un Presidente que se resiste a marcharse para su casa cuando concluya su mandato.