Aunque pasada de moda, era previsible que alguien esgrimiera la palabra injerencia para calificar la llamada del Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, al presidente Danilo Medina, a quien le expresó su preocupación por una eventual reforma de la Constitución y el respeto al estado de derecho y las instituciones democráticas. Alejandrina Germán, ministra de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, declaró ayer que Mike Pompeo ni ningún otro funcionario de Estados Unidos puede trazarle línea al Gobierno, pues República Dominicana es un país libre y soberano. Pero hasta dónde el “Factor Pompeo” puede alterar el previsible rumbo de los acontecimientos y hacer abortar los planes reeleccionistas no está muy claro todavía, a pesar de que la noticia de su llamada cayó como una bomba, y no son pocos los que están convencidos de que fue precisamente lo que evitó que la ley convocando la reforma fuera sometida al Congreso Nacional el pasado miércoles, como se había decidido en el Palacio Nacional. Tampoco quedó claro, si leemos con atención y objetividad el comunicado de respuesta del Gobierno, que el presidente Medina, como consecuencia de esa intempestiva “injerencia”, haya desistido de su propósito de reelegirse, pues el documento parece haber sido redactado con la ambigüedad necesaria para que nadie pueda sacar una conclusión definitiva de su significado ni en un sentido ni en otro. Estoy hablando de la misma ambiguedad y falta de sinceridad conque ha manejado el tema desde el principio y que ya todos conocemos, y que probablemente tampoco logró engañar a Pompeo, que no puede ser tan zoquete para haberle creído, como no se lo creemos nosotros, que todavía no ha tomado una decisión sobre las elecciones del 2020.