Como en esas horribles pesadillas en las que parece que no vamos a despertar nunca, volvió a suceder de nuevo. Solo que en esta ocasión el hombre que debió estar preso por lo menos veinte años por intentar asesinarla a puñaladas, no solo la mató a ella sino también a su actual compañero, y de una manera absolutamente horrorosa: le pegó fuego de madrugada a la casa donde ambos dormían, lo que les provocó quemaduras en el 90% de sus cuerpos y una larga y dolorosa agonía. Tres veces se había querellado contra su verdugo la mujer asesinada, según lo que contó a los periodistas uno de sus inconsolables hijos, quien dijo estar convencido de que si la Fiscalía de Violencia de Género de la provincia Santo Domingo hubiera puesto atención a esas denuncias su madre no estaría hoy muerta. ¿Les suena familiar la historia y su triste final? ¿Cómo es posible que el victimario, Juan Félix, solo recibiera tres meses de prisión preventiva por un claro intento de homicidio? ¿En qué estaba pensando ese juez? ¿Dónde estaba el Ministerio Público y su responsabilidad de ofrecer protección a la víctima? Volver a repetir aquí, por enésima ocasión, que el sistema ha vuelto a fallar, que esta vez le tocó a Yohanni Altagracia Leonardo es un resabio tan impotente como inútil que apenas alcanza para un desahogo, pues la muerte es un hecho tan definitivo que mas vale encararla con resignación. Aun así necesitamos saber qué pasará con el victimario, quien todavía se encuentra prófugo, y sobre todo si alguna autoridad, ya sea del Ministerio Público o del Poder Judicial, se interesará por determinar por qué duró tan poco tiempo en la cárcel, pues resulta evidente que no es el único responsable de ese doble crimen.