Las informaciones que nos están llegando desde Cartagena, Colombia, sobre la captura de César el Abusador, entran en abierta contradicción con las versiones de las autoridades locales, que sin embargo insisten en reclamar sus méritos por el apresamiento del “Pablo Escobar del Caribe”, y en que la semana pasada logró burlar un cerco militar y policial de más de 700 hombres antes de escapar en una lancha rápida hacia ese país sudamericano. Para el gran público, escéptico y desconfiado porque es lo que le ha enseñado la experiencia, todas esas contradicciones solo confirman la versión inicial de que César el Abusador, un “reconocido narcotraficante” que operó durante veinte años con total impunidad y a la vista de todo el mundo, fue alertado para que pudiera escapar de la persecución de las autoridades dominicanas, que desde entonces han estado dando palos a ciegas en procura de su paradero como acaban de confirmar sus homólogas colombianas, que lo ubican en su territorio desde finales del pasado mes de agosto. Por eso se ve ahora como una exageración que aquí se convocara una rueda de prensa, encabezada por el Procurador General de la República y la participación del ministro de Defensa, el presidente de la DNCD, y los directores del DNI y la Policía Nacional, para anunciar con bombos y platillos su captura, como si nuestra participación hubiera sido determinante y decisiva. Y esa fue la impresión que se quiso dejar en la opinión pública, siempre susceptible de manipulaciones, pero el teatral engaño solo duró hasta que empezaron a llegar las informaciones desde Colombia, y resultó más que evidente que alguien ha querido tomarnos el pelo. El papelazo, lamentablemente, no contribuirá a mejorar la imagen de nuestras autoridades sino todo lo contrario, pero al menos ha servido para demostrar que la incipiente industria del cine dominicano no está aprovechando todo el talento histriónico que tenemos disponible.