Qué se dice

Qué se dice

Pensiones.- Yo también quisiera mi pensión, si a esas vamos, pues en este país de precariedades y desamparos la mayoría llegaremos a viejos con la incertidumbre de no saber de qué viviremos esos últimos años que nos regala la vida, achaques y dolamas incluidos.

Lo que no puedo ni debo hacer es reivindicar ese “derecho” negándoselo a los demás aunque se llame Fefita La Grande, a quien su larga y exitosa trayectoria artística haría suponer que no la necesita, porque resulta innoble, poco elegante y mas que nada mezquino.

No es el caso del dirigente del PRM Ramón Alburquerque, el más feroz crítico del Gobierno, quien calificó las pensiones otorgadas por el Poder Ejecutivo a “gente acomodada” como inconstitucionales.

A pesar de su intemperancia, es difícil no estar de acuerdo con el contenido de su tuit. Sea usted, querido lector, el jurado: “Los presidentes de la República Dominicana no otorgan pensiones de su patrimonio personal sino de las arcas públicas; por eso solo tienen facultad para asignarlas a ciudadanos en calamidad o pobreza extrema. Las pensiones a gente acomodada son inconstitucionales”.

Es probable, como señalé, que mucha gente que se ha sumado al coro en las redes sociales comparta esa opinión cuando repase los nombres y las trayectorias de los beneficiarios de esas pensiones, que pueden considerarse generosas cuando se comparan con la miseria que reciben un maestro jubilado o un bombero de pueblo.

Insisto: no digo que esas pensiones son injustas o que los artistas y personalidades que las recibieron no se las merecen. Pero tampoco puedo dejar de decir que constituyen la clase de privilegios que en este país, donde la cacareada “pensión digna” es un derecho social inalcanzable para la inmensa mayoría, siempre resulta difícil de justificar aunque estén inspirados en la mejor de las presidenciales intenciones.

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