Qué se dice

Qué se dice

Las autoridades deberían recurrir a métodos de preservación del orden que guarden más relación con la naturaleza e intensidad de los desórdenes callejeros protagonizados por individuos que actúan al margen del empeño de la mayoría de la sociedad que aspira a que toda protesta sea pacífica.

Los despliegues de tropas con armas de guerra, vistos en casi todo el país a propósito de la última huelga, constituyen lo que la opinión pública preferiría que se produjera sólo en vísperas de que la República Dominicana vaya a ser invadida por un enemigo de amplios y mortíferos recursos. La quema de neumáticos, las pedreas y el uso ilegal de armas de fuego que salen a relucir aisladamente en los trastornos urbanos no ameritan el antídoto mayor a cargo de unidades equipadas con ametralladoras de alto calibre. Un posible daño al turismo a causa de la violencia citadina no provendría esencialmente de que grupos de revoltosos azoten por barriadas marginadas y otros sectores; sino que circulen por la prensa de todo el mundo las imágenes fotográficas sobre la capacidad del Estado dominicano de reaccionar con desparpajo. ¿Acaso no hace más mal que bien salir a matar moscas con una mandarria?

[b]¿Sergio versus Prud’Homme?[/b]

El síndico de Villa Altagracia exaltó al merenguero Sergio Vargas por sus méritos artísticos y sus aportes en obras a esa comunidad, pero lo hizo presentándolo con méritos más que suficientes para que su nombre haya pasado a sustituir el de Emilio Prud’Homme en una calle importante de esa localidad. Sin embargo, el insigne autor de las letras del Himno Nacional no debe aparecer de esa manera, colocado en un plano de comparaciones con una figura contemporánea y joven que está llamada, básicamente, a que la posteridad lo recuerde por lo bien que ha amenizado fiestas y ha deleitado auditorios. En cambio el haber compuesto el Canto a la Patria es algo que llenó de honores para siempre a don Emilio Prud’Homme. Es inadmisible que se insinúe siquiera un tú a tú para juicios históricos entre un cultor (por exitoso que sea) de lo popular, lo simple y lo festivo, y un compositor épico, poeta, maestro y uno de los principales críticos a la intervención militar estadounidense de 1916.

[b]Retroceso[/b]

La construcción del puente Juan Bosch, felizmente iniciada por el gobierno anterior y concluida por el presente, puso a Santo Domingo bastante al día en cuanto a facilidades de comunicación entre grandes zonas de la ciudad. Esto influyó notablemente para beneficio del municipio Oriental. Alentó inversiones e importantes firmas del comercio y la industria se instalaron allí. Pero con la “muerte” inminente del puente Juan Pablo Duarte, se agudizaría el déficit vial de la interconexión entre las extensas áreas urbanas separadas por los ríos Ozama e Isabela. El gobierno tiene que sacudirse. Volverán los cuellos de botella si no se rehabilita al Duarte, un proyecto que por demás ha dejado grandes pérdidas a la Nación, pues tiende a inutilizarse casi toda costosa inversión que se hizo para rehabilitarlo.

Publicaciones Relacionadas