Qué se dice

Qué se dice

Fue una buena función, en el sentido más teatral del término, de lo que deben sentirse orgullosos tanto los que tuvieron a su cargo el montaje como los responsables de elaborar un guión que se ajustó a la perfección a las necesidades y deseos de sus principales actores. Realizada en completo orden, como toda jornada cívica que se respete, miles de perredeístas de todo el país (se habla, con evidente desmesura, de 700 mil sufragantes) acudieron a la convención del pasado domingo para coronar, con su voto, un nuevo episodio en el tortuoso camino que conduce a la destrucción de la fuerza política más formidable que recuerde la historia dominicana. El presidente Mejía venció de manera aplastante, como esperaba todo el mundo, a su entrecomillado adversario, pero esa pírrica victoria solo ha podido convencer a sus propios beneficiarios. Y, por supuesto, también a la Cámara Contenciosa de la Junta Central Electoral.

[b]Barbas en remojo[/b]

El ingeniero Eligio Jáquez, el eficiente coordinador del PPH, hizo todos los malabares que le permitieron sus habilidades dialécticas intentando evadir la pregunta del acucioso entrevistador televisivo, hasta que tuvo que admitir que, tal y como se había publicado en la prensa, existe la intención de reemplazar al presidente del Partido Revolucionario Dominicano, el licenciado Hatuey Decamps, para lo cual se utilizará como escenario la misma asamblea de delegados en la que se proclamará oficialmente la candidatura del presidente Mejía. Jáquez se cuidó, no obstante, de atribuir una decisión de tantas implicaciones a la «voluntad soberana» de las bases perredeístas, pero su confesión obliga, inevitablemente, a poner otras barbas en remojo, de lo que esperamos habrá tomado nota el doctor Rafael Suberví Bonilla, candidato también a ser víctima del tractor sin frenos del reeleccionismo, que ahora -cumplidas las profecías convencionales- tampoco tiene reversa.

[b]Como chivos sin ley[/b]

El triste y sufrido peatón tendrá todas las razones del mundo, sobre todo en medio de esta enloquecida carrera de alzas y carestías, a sentirse maltratado, y hasta es probable que el convencimiento de su desamparo lo haya forzado a resignarse a tan triste condición. Pero eso no quiere decir, sin embargo, que no esté consciente de la forma descarada en que se le esquilma. Los carros del concho que funcionan con gas propano, que se vende en las envasadoras a $RD25 el galón, están cobrando lo mismo, y por las mismas rutas, que aquellos que utilizan gasolina pagada a RD$84.90. Muchos usuarios, advertidos de la situación, se han quejado a los choferes y las discusiones, por ese motivo, son frecuentes y, dado nuestro temperamento, bastante acaloradas. Pero las cosas no pasarán de ahí, pues todos sabemos que en un país como el nuestro, tan especial y maravilloso, ni los chivos ni los choferes del concho están obligados a cumplir la ley.

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