Qué se dice

Qué se dice

[b]Un gran alivio[/b]

La decisión de la comisión organizadora de la convención perredeísta de posponer, hasta el próximo mes de enero, su celebración, supone -¿por qué negarlo?- un gran alivio para todos, y hasta es probable que permita crear las condiciones que hagan posible la tregua navideña propuesta por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, que por culpa del agrio tirijala entre los perredeístas no ha tenido mucha acogida. [tend]Pero este navideño respiro no debe inducirnos al error de creer que ese lío ya se resolvió, cuando lo cierto es que la inflexibilidad en las posiciones de unos y otros, tanto de los que se oponen a rajatabla al proyecto reeleccionista como aquellos que se arriman a su sombra como el náufrago (atención Guido Gómez) a su tabla de salvación, no permite alentar muchas esperanzas de que se produzca, finalmente, el entendimiento. Por eso hay tanta gente convencida de que mientras el presidente Mejía insista en su decisión de lanzarse, a lo puro macho, a la repostulación, no habrá paz ni sosiego en el PRD.

[b]Un poco de buen humor[/b]

El dominicano, aún en la adversidad, conserva intacto su gran sentido del humor, sobre todo esa capacidad de reírse de su propia y particular desgracia. Una cualidad, justo es decirlo, que nos ha permitido sobrellevar de buen talante las tragedias que, a lo largo de nuestra sobresaltada historia, nos han caído encima, y que de alguna manera ha servido también de contrapeso al llevado y traído pesimismo que según los historiadores ha lastrado, desde la fundación misma de la república, el alma nacional. Por eso al supermercado, convertido en epicentro de las quejas de una gran parte de la población por las alzas constantes en los productos de mayor consumo, lo llaman ahora La Casa del Terror, por los tantos gritos que se escuchan en su interior cada vez que las amas de casa comprueban, presas de la impotencia o estremecidas por la rabia, que con esos precios no se puede seguir viviendo en este país.

[b]Raros momentos[/b]

En un discurso pronunciado antenoche en Inposdom, donde se puso a circular un sello de correos en homenaje al doctor José Francisco Peña Gómez, el presidente Mejía planteó la necesidad de que nuestros dirigentes políticos, entre los que se incluyó, sean capaces de poner a un lado las «actitudes» que puedan llevarnos a un conflicto nacional, siempre doloroso, y que ha nadie conviene. Mejía, quien también resaltó los méritos del doctor Peña Gómez y sus aportes a la libertad y la democracia, se mostró muy conciliador, y hasta se permitió el inusual gesto de hacerse una autocrítica, al reconocer que los políticos dominicanos, los del Gobierno y también los de la oposición, «estamos dando demostraciones de comesolismo», en clara alusión al crispado ambiente que estamos respirando en plenas navidades. Fue un buen discurso, ajustado a la ocasión, que dejó en el aire la impresión de que el Presidente, cuando quiere, puede ser un hombre abierto, flexible y, más que nada, consecuente con las circunstancias del momento. Lástima que esos momentos sean ya tan raros, o que no los practique con frecuencia, como los buenos actores, delante de un espejo.

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