El yipetón.- Parece título de reguetón, de esos que encandilan la imaginación de nuestros jóvenes, pero en realidad se trata de otro capítulo mas de la historia interminable de saqueo del que ha sido víctima, desde la fundación misma de la república, el Estado dominicano. Mucha gente ha pegado el grito al cielo, escandalizada, al enterarse de que el alcalde de Santiago, Gilberto Serulle, ha servido de garante para la compra de 41 yipetas, valoradas en alrededor de dos millones de pesos cada una, para los regidores, no obstante la cacareada precariedad económica por la que atraviesa ese ayuntamiento, pero críticas aparte ahí solo se está cumpliendo con una norma no escrita de la administración pública, trátese de funcionarios designados por decreto o elegidos por el voto popular, que pareciera tener como máxima que todo servidor público debe andar bien montado y sobre todo confortable. La moraleja es que no hay funcionario sin yipeta ni yipeta sin funcionario, sin importar que todavía haya por ahí un montón de escuelas que se caen a pedazos o que en las calles sigan muriendo ciudadanos porque reclaman energía eléctrica o el arreglo de una carretera.
Una pregunta.- ¿Qué habrá pasado con el Premio Nacional de Periodismo, auspiciado por el Ministerio de Educación y el Colegio Dominicano de Periodistas, que en esta ocasión recayó en el doctor Rafael Molina Morillo? Anunciado en enero pasado y una dotación en metálico de RD$500 mil, esta es la hora que nada se sabe sobre cuándo, cómo y dónde se entregará. El silencio, por inexplicable, resulta sospechoso, pues con decir que no hay dinero para cubrir la dotación o que el ministro no ha sacado tiempo para entregarlo era suficiente, pues se cumplía con una elemental norma de cortesía que el galardonado, que sabe por experiencia que quien espera lo mucho espera también lo poco, hubiera agradecido.