Qué se dice

Qué se dice

Considerado por observadores de la situación haitiana como uno de los principales enemigos del gobierno de Jean Bertrand Aristide, el ex comisario de policía Guy Phillippe fue acusado de ser el autor intelectual del fallido intento golpista de diciembre del 2001, acusaciones de las que escapó, por puro milagro, huyendo hacia República Dominicana. Se trata del mismo personaje que logró ingresar al país un año después, procedente del Ecuador, a pesar de la abierta oposición del Presidente de la República, quien no deseaba irritar -por lo menos de la boca para fuera- a un vecino tan susceptible. Y el mismo, también, que el pasado año fue apresado en la frontera junto a un grupo de exiliados, atendiendo a una solicitud del gobierno haitiano, que los acusó de actividades conspirativas. En esa oportunidad Phillipe, contra lo que aconsejaba la prudencia, declaró a un diario dominicano que no descansaría hasta ver derrocado al presidente Aristide. Por eso mueven a risa las declaraciones de nuestras autoridades de que impedirán que Phillipe, quien se unió durante el fin de semana a la revuelta, regrese a territorio dominicano, donde se pasea como Pedro por su casa gracias al amparo que le ofrecen las excelentes amistades que ha cosechado de este lado de la frontera.

[b]Virtudes testiculares[/b]

La historia dominicana -¿hace falta recordarlo?- esta superpoblada de machos. Fuerzas testiculares que supieron imponer el avasallador peso de su coraje personal a sus contemporáneos, a su propio tiempo, y los ejemplos son tan abundantes que no vale la pena fatigar la memoria con vanas enumeraciones. Esa fuerza primaria, de alguna manera, sigue siendo determinante a la hora de poner a prueba una condición que solo pueden exhibir los «hombres de verdad». Por eso todavía hoy son motivo de elogio las virtudes testiculares de un hombre tan odiado como Rafael Leónidas Trujillo, quien le plantó cara a los asesinos que le acechaban en las sombras, pero también las de aquellos que se atrevieron a desafiar a uno de los dictadores más feroces de su época. Pero tener o no tener suficiente equipo colgante, como también suele decirse, será siempre un problema que cada quien, llegado el momento, deberá demostrar con sus actos. Incluídos, desde luego, los que nunca han gozado de una virtud de la que tanto presumen.

[b]Desacatos S.A.[/b]

Lo que está sucediendo en San Francisco de Macorís, tal y como lo denuncian jueces del Tribunal Especial de Tránsito, la seccional del Colegio de Abogados de esa provincia y ciudadanos particulares no es nada nuevo, pues de un tiempo a esta parte los agentes de AMET, hay que suponer que cumpliendo «órdenes superiores», tienen su particular interpretación de la ley 241. Por eso se niegan, como señala la denuncia, a entregar los vehículos incautados a pesar de que los infractores pagaron sus multas, como establece la ley, en los tribunales especiales de Tránsito, de la misma manera que ha resultado imposible convencerles de que la ley no los faculta para realizar esas arbitrarias incautaciones. Los denunciantes quisieran que la Suprema Corte de Justicia, o la Procuraduría General de la República, pongan fin a unos desacatos que no solo se han producido en San Francisco de Macorís, y que han terminado convirtiéndose, por así decirlo, en la marca de fábrica del general Candelier al frente de AMET.

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