Qué se dice

Qué se dice

¿Qué esperan conseguir, con su protesta, los médicos y demás empleados del sector salud que ayer paralizaron sus labores en los hospitales de Salud Pública y el Seguro Social? El doctor Waldo Ariel Suero, presidente del Colegio Médico Dominicano, parece decidido a embarcar a ese gremio profesional en una lucha frontal con el Gobierno en demanda de un aumento salarial del cien por ciento y el equipamiento de los hospitales, entre otras reivindicaciones, reclamos absolutamente legítimos pero también muy poco realistas. Sobre todo después de haber caído en la trampa que les tendió, hábilmente, el presidente Mejía, quien se mostró totalmente de acuerdo con ese aumento, siempre y cuando los médicos convenzan a los legisladores de que aprueben los impuestos que lo hagan posible. Eso quiere decir, sencillamente, que ni la huelga de ayer, ni la que se programa para la próxima semana, con una duración de 48 horas, conseguirán que el Gobierno conceda a los médicos lo que todo el mundo sabe -incluídos, desde luego, los interesados- que no está en capacidad de conceder. ¿Y entonces?

[b]Como chivos sin ley[/b]

El doctor Luis Arias, presidente del pleno de la Junta Central Electoral, se quejaba el otro día del derroche en el que incurren los partidos políticos al gastar tanto dinero en propaganda, un verdadero contrasentido si tomamos en cuenta la gravedad de la crisis económica que vive el país, aunque se cuidó de señalar, con su característico culebreo, que también estaba consciente de que la Ley Electoral otorga a los partidos ese soberano derecho. Ahora quien pone el dedo en la llaga es la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus), al llamar la atención sobre la ausencia de controles que permitan fiscalizar el manejo que dan esas organizaciones a los recursos que reciben de la JCE, sacados de los exhaustos bolsillos de los contribuyentes, que en estas elecciones se acercan a los 500 millones de pesos. O sea que nadie sabe cómo, cuándo ni en qué gastan nuestros políticos todo ese dinero. Y después nos quejamos.

[b]Muertos de risa[/b]

Si es cierto, como nos gusta repetir a los periodistas, que una imagen dice más que mil palabras, no haría falta hacer ningún comentario sobre la foto, publicada en primera plana en varios periódicos, en la que aparece Guy Phillippe, muerto de la risa, junto a varios de sus compañeros de lucha, también sonrientes. Pero algo hay que decir sobre un hombre que luce, a pesar de las circunstancias, tan relajado, tan seguro de sí mismo, confiado tal vez en una victoria que, efectivamente, ya se anuncia en las noticias que dan cuenta del avance arrollador de las tropas rebeldes, o en las que el presidente Jean Bertrand Aristide admite que no está en capacidad de contener a quienes desean sacarlo a empujones del poder. Podría ser solo cuestión de tiempo, entonces, para que el risueño ex comisario de policía se convierta en el nuevo hombre fuerte de Haití, aunque esa posibilidad no le haga mucha gracia a la Organización de Estados Americanos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas