Voluntad secuestrada.- En la medida en que las cúpulas de los partidos políticos se toman cada vez mayores libertades a la hora de reservar candidaturas dizque para ofertarlas en una eventual alianza electoral con otras fuerzas políticas o cederlas a quienes encabezan unas encuestas de popularidad que nadie sabe cómo ni quién las hace se torna más necesaria y urgente la aprobación de la Ley de Partidos, empantanada en el Congreso Nacional desde hace varios años a causa de las fallidas negociaciones en el Congreso Nacional de aquellos que, actuando con la mezquina lógica de los políticos, están llamados a legislar para corregir esa situación, definitivamente antidemocrática. Se trata, para aquellos que todavía no se han dado cuenta, de un perverso círculo vicioso que la democracia dominicana sigue mostrándose incapaz de romper, a pesar de que la degradación de la democracia que debe normar la vida interna de las organizaciones políticas, tanto al momento de tomar las decisiones que habrán de definir su accionar en sociedad como en la escogencia de los candidatos a puestos electivos, repercute de manera negativa en la calidad de la vida democrática de la nación en sentido general. Lamentablemente, la intención de los principales partidos del sistema (léase el PLD y el PRD) de reservarse más del 50% de las candidaturas en juego en las elecciones congresionales y municipales del año próximo, candidaturas que no tendrán que someterse a la consideración ni el escrutinio de las bases, proyecta un futuro muy poco alentador, pues no hace más que acentuar el progresivo proceso de exclusión de la voluntad de las mayorías de las decisiones más trascendentales de esas organizaciones, incluídas aquellas que le atañen por derecho propio como elegir a los compañeros o compatriotas que desean ver en un cargo público sea el Presidente de la República o un simple regidor, para beneficio de una minoría rapaz que solo vela por sus propios intereses.