Cachaza política.- La amenaza de dirigirse al Congreso Nacional, acompañado de tropas policiales, a indagar la suerte de un préstamo para el equipamiento de la Policía Nacional fue un chiste que nadie entendió, salvo el jefe de la institución, el mayor general José Armando Polanco Gómez, quien tuvo esa deferencia para con su superior jerárquico. Pero al decir que los dirigentes de comités intermedios, provinciales y municipales del PLD se han desgastado y pierden autoridad debido al tiempo que llevan en esas posiciones, al extremo de provocar un rompimiento de la cadena de mando que se traduce en falta de sintonía entre las bases peledeístas, esos dirigentes y los Comités Central y Político, el ministro trasmutado en precandidato presidencial ha ido demasiado lejos con sus extravagantes declaraciones. ¿Quiere decir entonces, según el razonamiento de Almeyda, que la culpa de esa falta de sintonía, responsable del malestar que como candelita de basurero quema por lo bajo en el PLD, es tan solo de los mandos medios? ¿Que el tiempo que llevan en sus posiciones desgasta y debilita su autoridad, pero no la de los miembros de los Comités Central y Político? Al hacer ese pronunciamiento, apenas días después de tomar la decisión, junto a sus compañeros del Comité Central, de prolongar otros cinco años la permanencia en sus cargos, el ministro-precandidato (y viceversa) ha estado a punto de romper el cachazómetro, un artilugio que habrá necesariamente que inventarse para medir, como su nombre lo indica, la cachaza de nuestros políticos, que siguen dando muestras de su rapacidad sin límites, de su habilidad para trocar oscuras mentiras en relucientes verdades y, sobre todo, para servirse con la cuchara grande con alevosía, ventaja e infalible sentido de la oportunidad del suculento pastel del poder.