Qué se dice

Qué se dice

Nos lo dice, con la fría e inapelable contundencia de los números, Freddy Ortiz, presidente ejecutivo de la Asociación Dominicana de Empresas Remesadoras: en el año 2003, sus afiliados movilizaron cerca de 1,400 millones de dólares hacia República Dominicana, cifra que se espera aumente de manera significativa en el 2004 debido al incremento de la emigración ilegal tanto hacia Estados Unidos como Europa. Esas remesas, lo saben hasta nuestros economistas más despistados, han sido el salvavidas, junto al turismo, gracias al cual se ha mantenido a flote nuestra economía a pesar del terrible impacto de la crisis bancaria, lo que plantea un peliagudo dilema al que, tarde o temprano, habremos de enfrentarnos. ¿Debemos hacer esfuerzos por atajar una migración que constituye para nosotros, hijos legítimos del preterido tercer mundo, algo así como el oxígeno que nos permite respirar y continuar vivos? El país tiene, ciertamente, la obligación moral de respetar las leyes y tratados internacionales que regulan el tráfico de personas, pero también la de sobrevivirle a su desgraciada condición de irredimible pobreza. Do you understand, mister Hertell?

[b]El rompecabezas[/b]

Mucha gente está esperando «por hora», como suele decirse, la comparecencia del doctor Frank Moya Pons, secretario de Medio Ambiente, ante el Senado de la República, donde ha prometido acudir «gustoso» a explicar el procedimiento empleado para autorizar la importación de varios cargamentos de desechos sólidos desde Puerto Rico. Moya Pons, quien desde que estalló el escándalo ha negado que autorizara ese embarque pues se encontraba fuera del país, se ha comprometido sin embargo a realizar una investigación que establezca las debidas responsabilidades, para lo cual ya envió a la vecina isla a un funcionario de su confianza a indagar, en el mismo lugar de los hechos, lo que realmente sucedió. Ojalá que cuando Moya Pons visite a los senadores haya sacado algo en claro de ese confuso rompecabezas, pues a pesar de las explicaciones ofrecidas por los promotores y defensores de ese infame cargamento, algunas de ellas dignas de figurar en una antología, sigue habiendo demasiadas piezas que no encajan.

[b]Necedades[/b]

Si a usted le dicen, en plena campaña electoral, que un grupo de legisladores, tanto oficialistas como de la oposición, está tramando introducir modificaciones a la Constitución con el pretexto de unificar las elecciones presidenciales con las congresionales y municipales, no tendría más remedio que calificar esos aprestos, si acaso existen, de otra necedad más, absolutamente inaceptable, de gente a quien uno supone ocupada en cosas más urgentes y prioritarias. Pero ocurre que esas necedades, totalmente fuera de lugar, encuentran siempre algún político que le ofrece su oportuno respaldo, sin detenerse bien a pensar a qué fuego, de manera tan alegre, arriman su leña, ni cuáles serían las consecuencias. ¿Qué gana el doctor Rafael Suberví Bonilla, candidato vicepresidencial del PRD, endosando este nuevo despropósito legislativo?

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