Un vecino complicado.- A raíz de la aparición, en el 2008, de varios casos de gripe aviar en una traba de gallos de pelea de la región Este, las autoridades de Haití prohibieron la importación de huevos y pollos desde la República Dominicana y no la han levantado. Sin embargo, las exportaciones informales (¿o habría que llamarlas contrabando?) de esos productos hacia el país vecino continuaron, y con el tiempo tanto de aquel como de este lado de la frontera se olvidaron de que el trasiego de pollos y huevos estuviera vedado. Pero ocurre que las autoridades haitianas, por razones todavía inexplicadas, sorprendieron a todo el mundo prohibiendo lo que ya estaba prohibido (valga la redundancia), lo que ha provocado que nuestros productores y comerciantes peguen el grito al cielo debido a las cuantiosas pérdidas económicas que están sufriendo, tal y como también hicieron en el 2008. Pero a diferencia de aquella primera prohibición, en esta oportunidad el gobierno dominicano decidió hacer lo que nunca se había hecho: enviar una comisión de alto nivel a darle la boca — para decirlo en buen dominicano– a las autoridades haitianas, aunque los comisionados, encabezados por el ministro de Agricultura Luis Ramón Rodríguez, han definido esa visita como un esfuerzo para buscar una solución definitiva a la veda irregular a la importación de pollos y huevos dominicanos. Es probable que esa comisión regrese de Haití con el problema resuelto y el malentendido aclarado, pero solo hasta el próximo desaire o la próxima medida innecesariamente inamistosa. El episodio, tan cercano al surrealismo, ilustra la naturaleza compleja de las relaciones con nuestros vecinos, siempre difíciles y siempre matizadas por la mutua desconfianza y el resentimiento, a tal punto de que hemos sido incapaces de formalizar un tratado de comercio justo y satisfactorio para ambas partes que, estoy seguro, nos hubiera ahorrado todo este alboroto.